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11 agosto 2007

Cartas de Lord Byron a Teresa Guiccioli

Venecia, 22 de abril de 1819.

Queridisimo Bien mío- tu queridísima carta que hoy he recibido me ha proporcionado el primer momento de placer desde tu marcha. Al sentimiento que expresa tu carta corresponde el mío en demasía. Me será bien difícil responder en tu bella lengua* a las expresiones dulcísimas que merecen ser respondidas más con hechos que con palabras: pero confío en que tu corazón sabrá sugerir qué y cuánto querría decirte el mío. Quizá si te amase menos no me costaría tanto expresar mis pensamientos, pues ahora he de superar la doble dificultad de expresar un dolor insoportable en una lengua para mí extranjera. Perdona mis desatinos, cuánto más bárbaro sea mi estilo tanto más se parecerá a mi destino lejos de ti. Tú que eres mi único y último Amor, tú que eres mi único deleite, la delicia de mi vida, tú que fuiste mi única Esperanza, tú que fuiste, siquiera por un momento, toda mía, te has ido, y yo me quedo aislado en la desolación. He aquí en pocas palabras nuestra historia!. Es un caso común, que habremos de sufrir como tantos otros, pues el Amor no es nunca fácil, pero nosotros habremos de sufrir más porque tus circunstancias y las mías son igualmente fuera de lo ordinario, pero no quiero pensar en esto, amemos,

..... amemos ahora cuando
amando se puede ser correspondido

Cuando el amor no es soberano del corazón, cuando no se le subordina todo, cuando por él no se sacrifica todo, entonces es Amistad, Estima, lo que quieras, pero ya no es amor. Tú me juraste tu constancia, y yo no te juré nada; veremos quién de nosotros será más fiel. Acuérdate, cuando llegue el momento en que ya no me quieras, de que de mí no recibirás recproches; es cierto que sufriré, pero en silencio. Conozco demasiado el corazón del hombre, y quizá también un poco el de la mujer. Sé que el sentimiento no depende de nosotros pero que es la cosa más bella y frágil de nuestra existencia, de modo que cuando sientas por otro lo que has sentido por mí, dímelo sinceramente; no te importunaré, no te veré más, envidiaré la felicidad de mi rival, pero no te causaré molestia alguna. Sin embargo, te hago una promesa: tú me dices a veces que soy tu primer Amor Verdadero, y yo te aseguro que tú serás mi última Pasión. Bien puedo esperar no enamorarme más ahora que para mí todo se ha vuelto indiferente. Antes de conocerte, muchas me interesaron pero nunca una sola; ahora te amo a ti, y para mí no hay otra mujer sobre la tierra. Hablas de llanto, y de tu infelicidad; mi dolor es interno, yo no derramo lágrimas, has unido a tu brazo una imagen que no merece tanto; pero la tuya está en mi corazón, ha pasado a formar parte de mi vida, de mi alma, y si hubiera una vida después de ésta incluso allí serías mía. sin ti, Adónde estaría el paraiso?. Antes que el cielo privado de ti preferiría el infierno de aquel gran hombre que está enterrado en tu ciudad, con tal de que fueras para mí como Francesca con su amante. Dulcísimo Bien mío, tiemblo escribiéndote, como temblaba cuando te veía, pero ahora no con aquel suave pálpito. Tengo mil cosas que decirte, y no sé cómo decirlas, mil besos que mandarte y ay de mí!, cuántos suspiros!, Amame, no como yo te amo, porque esto sería hacerte demasiado infeliz. Amame, no como yo merezco, porque esto sería demasiado poco, sino como tu corazón te dicte. No dudes de mí. Soy y seré siempre tu más tierno amante.

Byron


PS. Cuánto más feliz que yo será este folio que dentro de pocos días estará en tus manos- y quizá incluso lo lleves a tus labios! con esta esperanza lo beso antes de que parta. Adiós, mi Alma.
23 de abril, las 4: En este momento recibo otras dos cartas: La irregularidad del correo ha sido causa de pesar para los dos pero, te lo ruego, Amor mío, no desconfíes de mí; cuando no recibas noticias mías, cree que estoy muerto antes de pensar que te soy infiel o ingrato. Responderé sin demora a tus queridísimas cartas. Se va el correo. Te beso 1000 veces.


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4 de agosto de 1819.

Bien mío- me culpas injustamente; estando presentes Alessandro y tu papá, y no pudiendo por ello estrecharte contra mi corazón, te besé la mano y me apresuré a marcharme para no dar muestras de un dolor que sobra habría puesto de manifiesto toda, toda la verdad. Te juro que te amo mil veces más cuando te conocí en Venecia. Tú lo sabes, lo sientes- piensa, Amor mío, en aquellos momentos deliciosos, peligrosos- pero felices en todos los sentidos, no sólo por el placer más que extático que me diste, sino por el peligro (al que estabas expuesta) afortunadamente evitado. Aquella sala!, aquellas habitaciones!, las puertas abiertas, la servidumbre tan curiosa y tan próxima. Ferdinando. las visitas!, etc. cuántos obstáculos! pero todos vencidos. Ha sido el verdadero triunfo del Amor, cien veces vencedor!, adiós, mi único bien, mi única esperanza. Adiós, te beso incansablemente con el corazón- y sigo siendo siempre tuyo,

PS: Mándame el billete de la tumba de Dante con tu nombre. Lo ví anteayer sobre tu mesita. Amame como te amo. En cuanto a la dirección, todo sigue como convinimos en caso de que yo no llegue a Bolonia el día previsto. Qué quiere decir a.a.a. en aquel queridísimo librito tuyo?.

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Bologna, 25 de agosto de 1819


Mi queridísima Teresa,

He leído este libro en tu jardín; mi amor, tú estabas ausente, de lo contrario no lo hubiera leído.Este libro es uno de tus favoritos, y el escritor fue amigo mío. Tú no entenderás estas palabras en inglés, y otros no las entenderán, que es la razón por las que no las garabateé en italiano. Pero tu reconocerás la letra de quien te ama apasionadamente, y lo adivinarás. En un libro que fue tuyo, el sólo puede pensar en amor.En esa palabra, bella en todos los idiomas, pero aún más en el tuyo Amor mío, está incluída mi existencia ahora y de aquí en más. Siento que existo ahora, y que existiré, para el propósito que decidas, mi destino reposa contigo y tú eres una mujer.

Byron


Byron conoció en Venecia a la condesa Teresa Guiccioli, una condesita provinciana de 19 años recién separada de su anciano marido.

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