Florencia, 20 de julio de 1819
Madame, podría ser, desafortunado como soy, que pudiera chocarte, por impropio, que haya tenido la temeridad de escribirte. Si hacer eso me ha hecho odiar por ti, yo trataré por lo menos de no agravar mi mala fortuna, y por consiguiente suplicarte llores sobre mi carta sin más lectura. Si por otra parte tu sensitivo aunque sobreestimado espíritu tiene la bondad de tratarme como a un infeliz amigo, y pudieras condescender a enviarme noticias de tí, te pido que me escribas a Boloña, a donde me vi forzado a viajar: "Al Signor Beyle, nella locanda dell´ Aquila Nera". Estoy muy preocupado por tu salud. Si estás enferma, ¿podrías ser tan cruel como para no contármelo en una carta? Debo estar preparado para todas las eventualidades. ¡Feliz es el corazón que es entibiado por la calma, discreta y firme luz de una lámpara que arde débilmente!
Se dice que tanto ama el corazón que no comete actos indecorosos que sean dañinos para sí o para otros. Pero el corazón que resplandece con fuegos volcánicos no puede contentar al objeto de su devoción, actúa extravagantemente, pierde el tacto y eventualmente arde él mismo. Soy profundamente infeliz.
Madame, podría ser, desafortunado como soy, que pudiera chocarte, por impropio, que haya tenido la temeridad de escribirte. Si hacer eso me ha hecho odiar por ti, yo trataré por lo menos de no agravar mi mala fortuna, y por consiguiente suplicarte llores sobre mi carta sin más lectura. Si por otra parte tu sensitivo aunque sobreestimado espíritu tiene la bondad de tratarme como a un infeliz amigo, y pudieras condescender a enviarme noticias de tí, te pido que me escribas a Boloña, a donde me vi forzado a viajar: "Al Signor Beyle, nella locanda dell´ Aquila Nera". Estoy muy preocupado por tu salud. Si estás enferma, ¿podrías ser tan cruel como para no contármelo en una carta? Debo estar preparado para todas las eventualidades. ¡Feliz es el corazón que es entibiado por la calma, discreta y firme luz de una lámpara que arde débilmente!
Se dice que tanto ama el corazón que no comete actos indecorosos que sean dañinos para sí o para otros. Pero el corazón que resplandece con fuegos volcánicos no puede contentar al objeto de su devoción, actúa extravagantemente, pierde el tacto y eventualmente arde él mismo. Soy profundamente infeliz.
Después de Matilde, conoció a la condesa Curial, por quien el ya maduro escritor, siente un tierno afecto. Ella parece amarlo verdaderamente, pero la diferencia social, les juega en contra. Mantienen una relación durante dos años y rompen.
0 comentarios:
Publicar un comentario