París, 30 de Enero de 1920
Querido amigo:
Me pregunta Ud. por qué no escribo a España, y bien puesto que soy un hombre franco y leal debo decirle a Ud. la verdad ruda: porque estoy asqueado de la conducta de esos literatillos de vuestra tierra para conmigo y no quiero saber nada de lo que pase por allá. Creo que esto es bien simple y exepción hecha de Mauricio Bacarise y Ramón Prieto creo que la inmensa mayoría de los otros no son sino unos aprovechados arribistas y unos bobos que desacreditan con sus confuciones y sus producciones ineptas la seriedad de algo que yo estoy obligado a defender más que nadie.Maldita mil veces la hora que pasé por España y os revelé parte de mi secreto tan querido y tan digno por su verdad y su pureza de mayor suerte y mayor respeto.Unos me han estropeado con la falsificación y la confución respecto a la poesía misma y los otros queriendo robarme lo que era mío para ponerlo en la cabeza de Apollinaire, de Reverdy o de cualquier otro imbécil.Y lo que es más cómico esto lo hacen individuos a quienes les he revelado sin miedo la existencia de esos otros y que al principio se espantaban y abrían la boca y los ojos con gestos de niños bobos. Ahora resulta que saben más que yo de lo que yo les he enseñado y creen satisfacer su envidia con vestir de adornos ajenos a otros poetas que no conocen, adornos robados de aquel que conocieron...Helas!!!!
Felizmente aquí las cosas se pasan muy de otra manera y toda la gente grande ve la diferencia y la distancia que hay entre este buen Huidobro y los otros.Así hoy todos han visto y palpado la diferencia entre los comediantes como el infeliz Cocteau, el otro desgraciado de Reverdy y yo. Todavía ellos (y todos aquí) siguen siendo poetas descriptivos, aún no pueden escapar de lo que ellos pretenden haber gritado y hecho antes que yo, y con eso queda demostrado quién ha sido el primero.
Reverdy, a quien considero un mal discípulo mío, como dije a Ud. allá que respondía a su carta, está completamente muerto y en vano me tiende la mano con una mirada lastimera pues ahora vengo en justiciero y en quijote, lanza en ristre, a defender lo mío y separarlo de las malas compañías y las camaraderías equívocas, y no sanar moribundos. Anteayer en el diario "le Temps" Sonday le da un palo a Reverdy y le dice exactamente lo que yo le dije a Ud. de él hace poco en Madrid: que sus versos son descripciones cortadas y como notículas al margen de algo. En cambio toda la gente que sabe dice que soy el único que no es descriptivo ni anecdótico, y en el cual todo es creado por el poeta. ¡Lo que vengo sosteniendo desde el año 1915!
En fin ya sabe Ud. por qué no quiero escribir hacia esos lados. Estoy arto de los pic-pockets literarios. No me refiero a los poetas que hicieron verdadero creacionismo sino a los ladrones de paternidad. Manuel María Durand en una carta que me contesta desde Oviedo culpa a Ud., amigo Guillermo, y a Cansinos de haberme presentado al público español como habiendo hayado en España, lo que ya existía en Francia. ¡Tanto evistían que aún en 1920 no logran, a pesar de que estrujan los sesos hacer un poema creado! Por eso no quiero escribiros, porque vosotros no aclaraís las cosas y dejaís cundir, con agrado quizás, la confución y el caos y porque yo pienso atacaros a todos los que han procedido mal conmigo, y muy rudamente, en mi próximo libro sobre estética. Ya verá Ud. lo que os digo y sobre todo a Cansinos a quien si ve le ruego decir de mi parte que se resigne ante la verdad y no busque más padrinos al "Creacionismo" porque no los encontrará ni en Mallarmé ni en nadie y verá cómo yo le respondo en mi libro.
No quiero saber nada con la estupidez bullanguera llámese dadaísmo, futurismo o ultraísmo. Soy felizmente algo más serio. Afectuosos saludos.
Vicente Huidobro
- Le ruego advierta a Cansinos y a todos que prohibo reproducir cosas mías sin mi permiso.
Querido amigo:
Me pregunta Ud. por qué no escribo a España, y bien puesto que soy un hombre franco y leal debo decirle a Ud. la verdad ruda: porque estoy asqueado de la conducta de esos literatillos de vuestra tierra para conmigo y no quiero saber nada de lo que pase por allá. Creo que esto es bien simple y exepción hecha de Mauricio Bacarise y Ramón Prieto creo que la inmensa mayoría de los otros no son sino unos aprovechados arribistas y unos bobos que desacreditan con sus confuciones y sus producciones ineptas la seriedad de algo que yo estoy obligado a defender más que nadie.Maldita mil veces la hora que pasé por España y os revelé parte de mi secreto tan querido y tan digno por su verdad y su pureza de mayor suerte y mayor respeto.Unos me han estropeado con la falsificación y la confución respecto a la poesía misma y los otros queriendo robarme lo que era mío para ponerlo en la cabeza de Apollinaire, de Reverdy o de cualquier otro imbécil.Y lo que es más cómico esto lo hacen individuos a quienes les he revelado sin miedo la existencia de esos otros y que al principio se espantaban y abrían la boca y los ojos con gestos de niños bobos. Ahora resulta que saben más que yo de lo que yo les he enseñado y creen satisfacer su envidia con vestir de adornos ajenos a otros poetas que no conocen, adornos robados de aquel que conocieron...Helas!!!!
Felizmente aquí las cosas se pasan muy de otra manera y toda la gente grande ve la diferencia y la distancia que hay entre este buen Huidobro y los otros.Así hoy todos han visto y palpado la diferencia entre los comediantes como el infeliz Cocteau, el otro desgraciado de Reverdy y yo. Todavía ellos (y todos aquí) siguen siendo poetas descriptivos, aún no pueden escapar de lo que ellos pretenden haber gritado y hecho antes que yo, y con eso queda demostrado quién ha sido el primero.
Reverdy, a quien considero un mal discípulo mío, como dije a Ud. allá que respondía a su carta, está completamente muerto y en vano me tiende la mano con una mirada lastimera pues ahora vengo en justiciero y en quijote, lanza en ristre, a defender lo mío y separarlo de las malas compañías y las camaraderías equívocas, y no sanar moribundos. Anteayer en el diario "le Temps" Sonday le da un palo a Reverdy y le dice exactamente lo que yo le dije a Ud. de él hace poco en Madrid: que sus versos son descripciones cortadas y como notículas al margen de algo. En cambio toda la gente que sabe dice que soy el único que no es descriptivo ni anecdótico, y en el cual todo es creado por el poeta. ¡Lo que vengo sosteniendo desde el año 1915!
En fin ya sabe Ud. por qué no quiero escribir hacia esos lados. Estoy arto de los pic-pockets literarios. No me refiero a los poetas que hicieron verdadero creacionismo sino a los ladrones de paternidad. Manuel María Durand en una carta que me contesta desde Oviedo culpa a Ud., amigo Guillermo, y a Cansinos de haberme presentado al público español como habiendo hayado en España, lo que ya existía en Francia. ¡Tanto evistían que aún en 1920 no logran, a pesar de que estrujan los sesos hacer un poema creado! Por eso no quiero escribiros, porque vosotros no aclaraís las cosas y dejaís cundir, con agrado quizás, la confución y el caos y porque yo pienso atacaros a todos los que han procedido mal conmigo, y muy rudamente, en mi próximo libro sobre estética. Ya verá Ud. lo que os digo y sobre todo a Cansinos a quien si ve le ruego decir de mi parte que se resigne ante la verdad y no busque más padrinos al "Creacionismo" porque no los encontrará ni en Mallarmé ni en nadie y verá cómo yo le respondo en mi libro.
No quiero saber nada con la estupidez bullanguera llámese dadaísmo, futurismo o ultraísmo. Soy felizmente algo más serio. Afectuosos saludos.
Vicente Huidobro
- Le ruego advierta a Cansinos y a todos que prohibo reproducir cosas mías sin mi permiso.
En otoño de 1918 Huidobro viaja a Madrid, iniciando una serie de viajes anuales a esa ciudad. Allí toma contacto con Robert y Sonia Delaunay, refugiados en España, y reanuda su amistad con Rafael Cansinos Assens. En el café Pombo se relaciona, entre otros, con Guillermo de Torre, crítico literario, que se convertirá más tarde en su tenaz enemigo, ya que éste escribió un artículo en una revista, polemizando con Huidobro acusándolo de haber copiado el creacionismo al uruguayo Julio Herrera y Reissig.
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