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14 enero 2009

Cartas de Miguel Ángel a Vittoria Colonna

No hay nadie, oh señora, capaz de alcanzar la altura de tu aureola deslumbradora, a no ser que con tu humildad y tu cortesía acudas en su ayuda, tan largo y arduo es el camino. La distancia entre nosotros aumenta constantemente, me falta coraje, me quedo sin aliento a medio camino.

Que tu belleza planee sin embargo en las alturas, pues es así como gusta a un corazón enamorado y ávido de todo lo que es raro y sublime. Pero a fin de gozar de tu gracia, te suplico que desciendas hasta mí. Que tu desdén clarividente perdone mi pecado: este odiar que estés tan alejada de mí que en amarte me complazco.

Ya sea de cerca o de lejos, mis ojos pueden contemplar tu bello rostro donde quiera mostrarse. Pero, oh señora, mis pies tienen prohibido acercarse a ti, y mis brazos, y mis manos.

El alma, la inteligencia pura y libre pueden, por medio de los ojos, elevarse hacia tu esplendor; pero el amor, por ardiente que sea, no concede tal privilegio al cuerpo humano pesado y mortal. Sin alas, es incapaz de seguir el vuelo de un ángel y no puede regocijarse más que por la vista.

Si en el cielo puedes tanto como entre nosotros, haz de todo mi cuerpo un ojo solo, para que en él no haya un solo átomo que no te goce.

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¿Qué espíritu es tan vacío y ciego , que no puede reconocer el hecho de que el pié es más noble que el zapato y la piel mas hermosa que el vestido que la recubre? La buena pintura es la que parece una escultura. El hombre pinta con su cerebro y no con sus manos. Los pintores no son de ninguna manera desarraigados en su orgullo, porque encuentran satisfacciones igual en la pintura , de manera de no corromperse con conversaciones innecesarias de personas adulantes, dañando el intelecto de su poca imaginación en que se encuentran absorbidos.

Yo ví al ángel en el mármol y esculpí hasta dejarlo libre. Es una mejor decoración cuando se introduce en la pintura algo de mostrocidad para variar, esto relaja los sentidos y atrae la atención de la mirada del mortal, el cual algunas veces desea ver lo que jamás ha visto. Es necesario mantener un compás en nuestro ojo y no en la mano,la mano ejecuta, el ojo juzga. Dime, Amor, por favor, si es que mis ojos ven realmente la belleza por la que suspiro o si la tengo yo en mi interior, y mire hacia donde mire veo allí su rostro esculpido...




Miguel Ángel, fue un escultor, arquitecto y pintor italiano. Hacia 1539 entabló una apasionada amistad con Vittoria Colonna, una poetisa, a quien quiso enormemente, y quien tuvo sobre él una gran influencia. Miguel Ángel le dedicó varios de sus sonetos y la retrató en numerosos dibujos. Vittoria le pidió a Miguel Ángel un pequeño cuadro de la Crucifixión que le ayudara en sus oraciones privadas. Tras presentarle varios bocetos, el artista le pintó un pequeño Calvario. En ese momento sólo eran Cristo, la Virgen y San Juan. En 1547, falleció Vittoria, y tal era el afecto que Miguel Ángel le profesaba, que recuperó el cuadro y la incluyó como María Magdalena abrazando la cruz de Cristo y portando sobre los hombros un pañuelo símbolo de su viudez.

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