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23 marzo 2010

Cartas de Miguel Hernández






Una única carta remitió M. Hernández a J.R. Jiménez, días antes de partir por primer vez a Madrid (30 de noviembre de 1931). Aunque desconocemos si hubo respuesta, Juan Ramón manifestó una actitud de buena acogida a la poesía hernandiana: le dedicó fervientes elogios más tarde. En esta carta de ayuda ya acude Hernández al mito del poeta-pastor. Carta extraída del libro "Miguel Hernández. Antología comentada", Volumen II, prosa, de Ediciones de la Torre. Edición de Jesucristo Riquelme.



A JUAN RAMÓN JIMÉNEZ


Orihuela, noviembre 1931
Sr Don Juan Ramón Jiménez. Madrid.

Venerado poeta:

Sólo conozco a usted por su "Segunda Antología" que -créalo- ya he leído cincuenta veces aprendiéndome algunas de sus composiciones. ¿Sabe usted dónde he leído tantas veces su libro? Donde son mejores: en la soledad, a plena naturaleza, y en la silenciosa, misteriosa, llorosa hora del crepúsculo, yendo por antiguos senderos empolvados y desiertos entre sollozos de esquilas. No le extrañe lo que le digo, admirado maestro; es que soy pastor. No mucho poético, como lo que usted canta, pero sí un poquito poeta. Soy pastor de cabras desde mi niñez. Y estoy contento con serlo, porque habiendo nacido en casa pobre, pudo mi padre darme otro oficio y me dio este que fue de dioses paganos y héroes bíblicos. Como le he dicho, creo ser un poco poeta. En los prados por que yerro con el cabrío ostenta natura su mayor grado de belleza y pompa; muchas flores, muchos ruiseñores y verdores, mucho cielo y muy azul, algunas majestuosas montañas y unas colinas y lomas tras las cuales rueda la gran era del Mediterráneo.
... Por fuerza he tenido que cantar. Inculto, tosco, sé que escribiendo poesía profano el divino arte ... No tengo culpa de llevar en mi alma una chispa de la hoguera que arde en la suya ...
Usted, tan refinado, tan exquisito, cuando lea esto, ¿qué pensará? Mire: odio la pobreza en que he nacido, yo no sé ... por muchas cosas ... Particularmente por ser causa del estado inculto en que me hallo, que no me deja expresarme bien ni claro, ni decir las muchas cosas que pienso. Si son molestas mis confesiones, perdóneme, y ... ya no sé cómo empezar de nuevo. Le decía antes que escribo poesías ... Tengo un millar de versos compuestos, sin publicar. Algunos diarios de la provincia comenzaron a sacar en sus páginas mis primeros poemas, con elogios ... Dejé de publicar en ellos. En provincia leen pocos los versos y los que los leen no los entienden. Y heme aquí con un millar de versos que no sé qué hacer con ellos. A veces me he dicho que quemarlos tal vez fuera lo mejor.

Soñador, como tantos, quiero ir a Madrid. Abandonaré las cabras -¡oh, esa esquila en la tarde!- y con el escaso cobre que puedan darme tomaré el tren de aquí a una quincena de días para la corte. ¿Podría usted, dulcísimo Juan Ramón, recibirme en su casa y leer lo que le lleve? ¿Podría enviarme unas letras diciéndome lo que crea mejor? Hágalo por este pastor un poquito poeta, que se lo agradeceré eternamente.

MIGUEL HERNÁNDEZ
Arriba, 73. Orihuela.

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A RAMÓN SIJÉ (escritor y amigo de Miguel, con quien compartía inquietudes literarias y políticas, a pesar de sus diferentes opiniones.) Carta extraída de la web Miguel Hernández, de la sección Correspondencia.


Madrid, 22 de marzo de 1932

Querido Sijé:

He quedado tristemente impresionado desde cuando recibí y leí tu carta: Dices que ahí no tienes más recursos. Pero tú debes intentarlo y porque tenga remedio. Madrid es cruel. Aunque con tu audacia y tu sapiencia dudo que para ti lo fuese, sabiendo que tenía a madre (tal vez más) cuando te escribí esto. Acabo de llegar a casa perdido, con los pies destrozados. Desde las dos de la tarde andando con estos zapatos, los únicos, y rotos y llenos de agujeros ... a la estación de Atocha a recoger dos cajas de naranjas que me han mandado mi madre y mi hermana para la señora Albornoz; con ellas al hombro me he encaminado hasta este sitio (si hubiese tenido al menos quince céntimos hubiese evitado la distancia desde la estación a la casa; la hubiese salvado en un tranvía ..., pero no tenía ni esa miseria). (Alda me dice que le diga el nombre del presidente de la Diputación para escribir a su padre.) Luego me he encaminado a la de Pescador para pedirle dinero. Ya me ha dejado bastante. Como no estaba, he tenido que volver andando a casa, que dista de la suya más de diez kilómetros. Estoy casi desesperado porque no has podido recoger nada. El pelo me llega casi a la nuca. Le pedí a mi padre y me ha escrito que no me puede mandar nada. Mi madre estoy cierto que tampoco. Me dio para venirme dos duros, lo que tenía ... Tengo sólo una corbata y, ¿sabes cómo le quito las arrugas?, metiéndola de noche cuando voy a dormir entre las hojas del diccionario que es el libro de más peso que tengo. Habla con Escudero Bernícola ahí: dile que escriba también a Alicante; a todo el que pueda hacer algo. Escribe y dime cómo se llama -si no lo sabes haz por averiguarlo- el Presidente de la Diputación y si has mandado el pliego, que no lo dices en tu carta cierto. Mira que dice Albornoz que él tiene poca influencia, en Alicante. Moléstate, amigo, y escribe en seguida. Y si no sacas de donde sea algú dinero voy a tener que oír la voz destemplada de Morante.

Mañana jueves nos trasladamos.
Cuando escribas, hazlo a: Cardenal Belluga, 2 (Hotel).
Lleva en seguida a mi casa eso, pues el sello que me mandaron para que contestara es el que he puesto a la carta y no he podido comprar otro.
Abrazos hondos.

MIGUEL

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Miguel conoció a Federico en Murcia, en casa de Raimundo de los Reyes, el redactor-jefe del diario murciano La Verdad. De todas las cartas enviadas por M. Hernández a García Lorca, Federico sólo responde a la primera. Miguel sigue confiando en Lorca, pero no obtiene de él ningún tipo de respuesta, lo que hace que poco a poco se vaya desencantando. El granadino parecía que empezó a sentir cierto rechazo a la presencia de Miguel, a su figura y su comportamiento: tosco, tímido, servil a veces... quizás para el talante y el duende del refinado Federico. Carta extraída de la web Miguel Hernández, de la sección Correspondencia.




A FEDERICO GARCÍA LORCA


Orihuela, 10 de abril de 1933
Sr. D. Federico G. Lorca.

Admirado poeta amigo:
Le escribí hace mucho pidiéndole elogios, aunque ya se los había oído para mi "Perito en lunas". Y aquí me tiene usted esperándolos - entre otras cosas. He pensado, ante su silencio, que usted me tomó el pelo a lo andaluz en Murcia - ¿recuerdaaa?-, que para usted fuimos, o fui, lo que recuerdo que nos dijo cuando le preguntamos quién era uno que le saludó. "Ese - dijo- uno de los de: ¡adiós!, cuando les vemos." Y luego "me escriben muchas cartas a las que yo no contesto". ¿Puedo estar ofendido contigo? Perdone. Pero se ha quedado todo: prensa, poetas, amigos, tan silencioso ante mi libro, tan alabado - no mentirosamente, como dijo- por usted la tarde aquella murciana, que he maldecido las putas horas y malas en que di a leer un verso a nadie. Usted sabe bien que en este libro mío hay cosas que se superan difícilmente y que es un libro de formas resucitadas, renovadas, que es un primer libro y encierra en sus entrañas más personalidad, más valentía, más cojones - a pesar de su aire falso de Góngora - que todos los de casi todos los poetas consagrados, a los que si se les quitara la firma se les confundiría la voz. Por otra parte, aquí, en mi pueblo - ¡pueblo mío! -, donde el que me gritaba: Yo te he comprado un libro creyéndole bueno y me has dado arpillera, yo he leído a Campoamor... - ¡ea! -, decía yo: Ved los periódicos de Madrid pronto, he quedado en ridículo, porque de toda la prensa madrileña, sólo "Informaciones" se desvirgó hablando de mis poemas por el pico de Alfredo Marqueríe, diciendo cuatro burradas. El tío, antes de decir: ¡Qué burro soy!, dijo: ¡Se ha extraviado el poeta, se ha oscurecido!

Por otra parte, en mi casa soy el cristo de los cinco sampedros: me niegan la mitad del pan; me niegan, padre y madre y sus hijos, como hijo de aquéllos, como hermano de éstos; les avergüenza el que haga versos; no quieren darme vestidos nuevos, y hasta a los pantalones viejos que tengo no les quieren poner remiendos, que amordacen rotos proclamadores de nalgas mías. Hoy mismo, hoy, me han escondido la llave del huerto para que pudiera entrar en él. Y yo he saltado a la torera la tapia, no la valla, y aquí, en este chiquero de abril, aquí, donde ha tenido el suyo "Perito en lunas" este estío, bajo esta higuera, que dilataban hasta sus pámpanos mi carne de acordeón semejante a una palmera degollada, aquí le escribo esto desesperado, desesperado.

Me alegran las noticias que leo - de prestado - de los triunfos que se suceden, que se sucedem. ¡Me alegran! y le envidio. El otro día he visto en "El Sol" la crítica de un libro de romances. El crítico dice que al pronto resuena la voz suya, pero que sólo a primera vista. Yo, nada más por el ejemplo que pone allí de romance, adivino en ese Félix no sé qué un plagiador casi.
Federico: no quiero que me compadezca; quiero que me comprenda. Aquí, en mi huerto, en un chiquero, aguardo respuesta feliz suya, y pronto, o respuesta simplemente; aquí, pegado como un cartel a esta tapia, detrás, de la cual viven padres pobres, con tantos hijos y tan poca casa, que, para que los niños no vean los orígenes de su fabricación, el comienzo de sus hermanos, se salen al callejón a reanudarse las noches más empinadas.
Un abrazo

MIGUEL HERNÁNDEZ G.
Orihuela, 10 de abril del 1933
Dirección: Arriba, 73.

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A PABLO NERUDA. Carta extraída de la web Miguel Hernández, de la sección Correspondencia.



Orihuela, diciembre de 1934

Desde Orihuela -¿Quién le ha dicho que me he venido, querido Pablo?- me despido de usted. Una carta desperada o mi bolsillo casi acabado me hizo precipitar mi viaje. He sentido bastante no verle para matrimoniar nuestras manos y divorciarlas con un adiós te encomiendo. Desde aquí, mi pueblo, mi casa, mi limonero de mi huerto soleado por un sol inacabable lleno de limones que lo enjoyecen fríamente, atiendo a su voz, su persona y su amistad poéticas y humanas; aquí espero que me diga, lo antes posible, qué hay de aquello que me dijo la otra noche -lunes- en que me invitó a una cena para la otra noche -miércoles-. Gracias. ¿Qué hay, Pablo? ¿Se queda en Madrid? ¿Se irá -¡dolor!- a Barcelona? ¿Hará la revista? ¿Me llamará generosamente a su lado? Aquí, aquí en mi pueblo, mi casa, mi huerto, mi limonero y mi problema espero angustiado su contestación.
Escríbame, que lo oiga su voz dolorida que duele: alívieme esta soledad de palma sin compaña, dígame algo aunque no me diga nada de lo que me importa.
Le abraza siempre.

MIGUEL HERNÁNDEZ
Escríbame a: Arriba, 73
Orihuela (Alicante)

¡Ah!: Invite a Federico a que se interese lo más posible del estreno de mi "El torero más valiente".
Gracias.

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A JUAN GUERRERO RUÍZ (bibliófilo murciano y amigo suyo). En la Nochebuena del 1935, falleció su amigo y maestro Ramón Sijé. Fue un rudo golpe para Miguel. A raíz de este brutal impacto, le escribe a Juan Guerrero. Carta extraída de la revista El Eco Hernandiano. Fundación Cultural Miguel Hernández



Madrid, enero de 1936

Querido Guerrero:

Estoy consternado como tú por lo inmensamente triste que acaba de pasar. Me dio la primera noticia Vicente Aleixandre, que la había leído en un periódico y en seguida recibí una carta del hermano de la novia de nuestro trágico amigo en la que apenas me decía lo sucedido. Espero con ansiedad nuevas noticias que me expliquen la muerte temprana de mi hermano hace diez años, porque no acierto a comprender esta verdad terrible. Me decía aquella carta que todo había sido rapidísimo menos la agonía: entró en cama hacia el trece o catorce de diciembre con un ligero malestar de estómago - no me dicen si degeneró en peritonitis u otra cosa-, fiebre, a las siete del día de Nochebuena empeoró y a las once dejó de existir. Es espantoso, querido Guerrero. Me dicen que durante las últimas cuatro horas de su vida se dio cuenta de que se moría. Yo sé lo que sufriría en ese tiempo porque yo sé el terror que tenía a la muerte. Me dicen que no cesó de llamar a su novia a la que quería como nadie querrá a nadie en el mundo fuera de él. Todas sus esperanzas, todas sus ambiciones, todos sus amores muertos de repente. Yo lo venía presintiendo desde hace algunos años: siempre lo veía temeroso, huido, concentrado, lleno de desesperaciones, dudas y penas. Se estremecía si veía pasar un entierro, le asustaba una pequeña herida, y pensaba escribir un ensayo que iba a llamar "El matrimonio por el terror a la muerte". Todo hacía pensar que no podía durar mucho aquella vida de tremendas tempestades consigo mismo. Yo estoy muy dolorido de haberme conducido injustamente con él en estos últimos tiempos. He llorado a lágrima viva y me he desesperado por no haber podido besar su frente antes de que entrara en el cementerio. Fíjate que me he quedado con una carta escrita para él en la que le hablaba de ese triste asunto de Sevilla.

El mismo escultor que hizo el busto a Miró ha sacado una mascarilla a Sijé, para hacerle otro y colocarlo frente al de Gabriel. Creo que no ha habido ninguna persona de Orihuela que no haya sentido y llorado su muerte. Se disputaban los muchachos amigos nuestros el ataúd. Dentro de mi corazón se ha quedado vacío el rincón mejor.
Sí, hay que hacer un número extraordinario de El Gallo Crisis, querido Guerrero. Hay que tributarle el más grande homenaje. Yo no haré nunca bastante por él. Ve tú la manera de poder llevar a cabo eso: me encuentro en Madrid indefenso para todo. Quisiera ir a Orihuela donde tengo una madre y una hermana que suspiran por mí también y no puedo acercarme. Pero quiero que la memoria de Sijé sea enaltecida y haré los mayores esfuerzos por llegar y sacar el número final de la revista que hasta un mes me decía él volver a sacar, alentado por Juan Ramón y Manuel de Falla. Ahora mismo voy a escribir a Juan Ramón dándole las gracias por su recuerdo de ayer en El Sol y a pedirle un poema, para empezar a tener con qué cubrir las páginas del número postrero de nuestra muerta revista.
Escríbeme, ayúdame, abrázame. Me encuentro cada día más solo y desconsolado.

MIGUEL.
Vallehermoso, 96, 1º, derecha.

1 comentarios:

César Vargas dijo...

Llevo tiempo siguiendo este blog, y he de decir que estoy absolutamente fascinado con todas esas cartas.

Ojalá sigan siendo más.