[...] Me presentan a Richard y le digo algunas palabras de veneración; se interesa por saber con mucha exactitud cómo he conocido su musica, dice cosas terribles contra todas las reperesentaciones de sus obras, excepción hecha de aquellas famosas de Munich, se mofa de los directores que dicen con blandura a la orquesta: Señores, ahora se hace apasionato, queridos, ahora un poquitín más apasinonadamente. Wagner se divierte en imitar el dialecto de Leipzig.
Ahora te contaré con brevedad lo que nos trajo consigo aquella velada: goces de un genero tan específicamente excitantes que todavía hoy no he alcanzado a recobrarme... Antes y después de la comida, Wagner ejecutó todas las partes importantes de los Maestros Cantores, imitando todas las voces y haciendo todo con gran naturalidad. Es un hombre extraordinariamente vivaz y fogoso, que habla muy rápidamente, es muy ingenioso y en compañía tan intima se torna sumamente alegre. Tuve después con él un largo coloquio sobre Schopenhauer: comprenderás que placer fue para mí oírle hablar de él con un calor absolutamente indescriptible: qué le debía, por qué era el único filósofo que había comprendido la esencia de la música; se interesó después sobre la actitud de los profesores en relación con él, y se rió mucho del congreso de filosofía de Praga, y habló de los siervos filosóficos. Leyó luego un episodio muy divertido de su vida de estudiante en Leipzig, en el que todavía hoy no puedo pensar sin reírme; entre otras cosas, escribe con extraordinaria soltura e ingenio. Al fin, cuando estábamos por retirarnos, me estrechó con calor la mano y me invitó muy amigablemente a visitarle para hacer música y filosofía....
Erwin Rhode fue amigo de Nietzsche, pero esta amistad se fue rompiendo a medida que éste radicaliza su pensamiento, terminando en un alejamiento total. También de esta época data su admiración por la música de Wagner, del que habla en esta carta.
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