Roma 21 Diciembre 1950
Matilde
Supondrás lo que sentí con tu carta. Un sentimiento grande contra ti me ha impedido escribirte hasta ahora. También comprende que no es justo.
Bien, qué vamos a hacerle! ¿No podrías venir a París? Nosotros regresaremos allí antes de un mes. Yo [ilegible] ayudar en cuanto pudiera. Sabes que he ganado un premio de varios millones [se refiere al premio Internacional de la Paz, que recibió con Picasso el 22 de noviembre de 1951]. Pero no puedo mandarte para tu pasaje, por razones que tú comprenderás. Estuve en la India por diez días. Tu carta la recibí el mismo día en que partí. Me sirvió la India para olvidarla. Luego hemos estado en Varsovia, Praga y Viena... Desde ahora no me escribas más personalmente. Si te fuera muy necesario el dinero para venir y lo hubieras decidido, puedes escribir a Miguel Otero Silva, "El Nacional", Caracas, diciéndole que le recuerdas la cordial promesa que hiciste a me hizo y que puede enviártelo. Claro que no se trata de lo mismo pero yo me arreglaría con él. Tu decidirás. Si vienes cuenta conmigo para que se me quite la rabia. En verdad te necesito. Ahora no me escribas mas privadamente. Contestame en forma general sobre tu vida y proyectos, y así me dices tu decisión para que se sepa y tome yo con Delia las medidas necesarias.
Hasta luego
Pablo
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26 octubre de 1951
Adorada, no sabes qué furia tuve cuando el mismo día que llegamos te llamo y no contestas. Era tarde y me desaté contra ti con tales cosas que D. se ofendió. Le dije, estoy cansado de traiciones, esta es la verdadera M. que se ha paseado con su amiguito por la Costa Azul y que nos olvida. He pasado desesperado estos dos días, nervioso y colérico, tanto que hablé a Ivette para que fuera a París y averiguara todo. Piensa tú que alegría, hoy sé que habías llegado. En todo caso te has descuidado. Ya tendrás a esta hora cuanto te he mandado, escribe que has comprado algo chino para que no causes sorpresa, en cuanto a las cartas contesta cada una por su vía. No dejes de hacerlo sobre tus amigos de viaje. Quiero saberlo todo, y lo averiguaré en todo caso.
Amor mío, la hora se acerca. Está todo arreglado como convinimos. El lunes salimos a Viena, estaré de vuelta el 6 o 7 y luego nuestro plan. He creído mejor llamarte, no vaya a pasar lo mismo, te llamaré el 10 o después en la mañana. No salgas. Tenemos mucho que hablar y he tomado algunas decisiones que te gustarán. Porqué duermes arriba? No tienes para carbón? Ya te dí para Ines una orden, debes hacer lo que te pido, no quiero que tengas ninguna molestia, que te falte nada. Arregla bien los detalles para tu viaje, piensa que vas a decir en tu carta a D. etc. Yo pienso en tí día y noche, noche y día, amor mío, dulce mía, y no sé si te quiero pero te quiero.
Eres mía y te beso
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Viena 31 de octubre [sin año, pero sin duda de 1951.]
Mati mía?:
Solo anteayer te escribía con mis grandes decisiones, defenderemos nuestro amor toda la vida. Ayer en el tren debí conversar largamente con José sobre la tía que no me quiere y así examinamos de donde sabe ella ciertas cosas y nos pusimos a recorrer mis amistades y las tuyas. Así -sin que lo esperara- supe lo que me ocultabas, las largas horas que casi diariamente has pasado allí y con quiénes, y muchos mas detalles. Matilde, fue todo esto un nuevo puñal, pero hay en tus cartas algo que me hace no tomar ninguna decisión apresurada, tu me dices que hasta hoy fuiste avara de tus cosas, pero que todo me lo contarás.
Esto me ha reanimado. Si con toda tu verdad, aún lo que no se puede ni pensaste decir vienes a nuestro encuentro, yo sacaré toda la fuerza necesaria, y es posible que pueda vencer, y conservarte. (A esto vino a juntarse rumores venidos de Suiza de tu viaje con tus amigos mexicanos) Querida, si supieras como he escrito con tu pensamiento fijo y como, ocultándolo, te he buscado tiernos, tiernos regalos que te llevo, sabrás cuanto puedes herirme, pero solo con la mentira o sin la verdad. Todo esto, con gran esfuerzo lo hablaremos. El proyecto de reunirnos no encuentra ningún obstáculo, por el contrario, va mejor cada dia. Y nosotros? Sería, creo, a mas tardar el 10. Un beso, pero en la frente de quien quiere, de veras, defender tu amor.
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[Carta manuscrita en cuatro páginas pequeñas, con membrete del Hôtel D'Angleterre de Roma. La única indicación de fecha que tiene es “Hoy es el sábado 28”. No sabemos de qué mes, pero sí podemos colegir que es de 1952 por la alusión en clave que hace a la primera edición del libro Los versos del capitán, que apareció ese año.]
Hoy es el sábado 28 y he amanecido sin tus pies. Fue así. Me desperté y toqué al fin de la cama una cosa durita que resultó ser la almohada, pero después de muchas ilusiones mías. El hijo de nuestra tía se portó indiferente, me esperaba un auto (del impresor) y marché raudo. Tu hijo será gordo y maravilloso, tendrá 180 páginas. Y tendrá dibujitos en la frente y trasero.[Sin duda se trata de Los versos del capitán, dedicado a Matilde] . Bueno, parece que mi tía no quiere que vuelva a Italia y debes preparar tu viaje, pero con calma, como cuando comemos. Hasta ahora es así. No sé si en el día se cambiarán las cosas. Esta mañana me llevaron a un sitio con una tina blanca, no comprendí al principio, pero me metí, con miedo de disolverme. Había una gran toalla, qué pérdida de trapo, en S. Angelo se hubiera cortado en 12 y hubiera servido hasta junio 1953. Cuando me levanté y abrí a la camarera vi que me faltaba una parte de pyjama que según me dicen se llama pantalón. Es así: [dibujo de un pantalón.]
Patoja mía estoy contento, soy como un soldado con su retaguardia segura. No me importa el fuego. No sé si estoy aun con mar o agua de Patoja, todo mi cuerpo está saturado de tí. Eres parte de mí, como la pirinola de su cane, sólo que tengo pirinolas tuyas hasta en el alma. Recién me llaman, esta tarde te escribiré de nuevo, acumularé todo el día besos para todo tu cuerpo que es interminable para mí, aunque la vida me la pasaré besándolo no lo terminaré de besar. Desperté a las 6 ½ a las 8 estaba vestido, son las 9 salgo a los tickets. Hay algo más importante que tú y que yo, somos tú y yo. Juntos somos lo que la pobre gente no alcanza jamás, el cielo en la tierra. Te aprieto a mi corazón, amor mío, con cuerpo, alma y amor.
Tuyo
Tu capitán
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[Carta manuscrita, una página, fechada en Ámsterdam el 21 de noviembre de 1955.]
Amsterdam 21 Nov. 55
Amor, le escribo a las once de la mañana desde el hall del hotel. Me levanté a las 9 y conseguí la visa belga, así es que parto a Bruselas hoy a las 3 para salir a Varsovia mañana a las 10 de la mañana. Di un paseo por el centro lleno de tiendas y bellas casas viejas. Le compré junto al canal una caja de papas de tulipas que plantaremos en su jardín. Anoche llegué a las 11 de la noche al hotel, pasee un poco mi soledad por el centro muy iluminado y lleno de bares (tomé 2 cervezas = 1 dólar) y me acosté muy cansado. Me tomé un Calcibronat51 pero desperté sobresaltado a la 1 exacta. Qué pasará? Echaría de menos el avión o su chasca cerca de mi. Me costó dormir de nuevo pero solo desperté a las 8 en punto, como en la Chascona. Hace un cielo blanco, casi frío, un día velado y triste. Nunca he estado más solo. No he hablado con una sola persona ni nadie me conoce al fin. Ya he gastado aquí 10 dólares. Todo me lo pagan. Entonces en qué? Un poco de tabaco, la visa, las tulipas y ya se fueron. Hasta luego amor, telefonee a Galvarino que no me fue posible hablar con Losada por la huelga.
[En los márgenes:] Hasta pronto mi Patoja adorada, cuídese y cuídeme! Le mando millones de besos y algo más.
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Octubre de 1959
Matilde
Supondrás lo que sentí con tu carta. Un sentimiento grande contra ti me ha impedido escribirte hasta ahora. También comprende que no es justo.
Bien, qué vamos a hacerle! ¿No podrías venir a París? Nosotros regresaremos allí antes de un mes. Yo [ilegible] ayudar en cuanto pudiera. Sabes que he ganado un premio de varios millones [se refiere al premio Internacional de la Paz, que recibió con Picasso el 22 de noviembre de 1951]. Pero no puedo mandarte para tu pasaje, por razones que tú comprenderás. Estuve en la India por diez días. Tu carta la recibí el mismo día en que partí. Me sirvió la India para olvidarla. Luego hemos estado en Varsovia, Praga y Viena... Desde ahora no me escribas más personalmente. Si te fuera muy necesario el dinero para venir y lo hubieras decidido, puedes escribir a Miguel Otero Silva, "El Nacional", Caracas, diciéndole que le recuerdas la cordial promesa que hiciste a me hizo y que puede enviártelo. Claro que no se trata de lo mismo pero yo me arreglaría con él. Tu decidirás. Si vienes cuenta conmigo para que se me quite la rabia. En verdad te necesito. Ahora no me escribas mas privadamente. Contestame en forma general sobre tu vida y proyectos, y así me dices tu decisión para que se sepa y tome yo con Delia las medidas necesarias.
Hasta luego
Pablo
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26 octubre de 1951
Adorada, no sabes qué furia tuve cuando el mismo día que llegamos te llamo y no contestas. Era tarde y me desaté contra ti con tales cosas que D. se ofendió. Le dije, estoy cansado de traiciones, esta es la verdadera M. que se ha paseado con su amiguito por la Costa Azul y que nos olvida. He pasado desesperado estos dos días, nervioso y colérico, tanto que hablé a Ivette para que fuera a París y averiguara todo. Piensa tú que alegría, hoy sé que habías llegado. En todo caso te has descuidado. Ya tendrás a esta hora cuanto te he mandado, escribe que has comprado algo chino para que no causes sorpresa, en cuanto a las cartas contesta cada una por su vía. No dejes de hacerlo sobre tus amigos de viaje. Quiero saberlo todo, y lo averiguaré en todo caso.
Amor mío, la hora se acerca. Está todo arreglado como convinimos. El lunes salimos a Viena, estaré de vuelta el 6 o 7 y luego nuestro plan. He creído mejor llamarte, no vaya a pasar lo mismo, te llamaré el 10 o después en la mañana. No salgas. Tenemos mucho que hablar y he tomado algunas decisiones que te gustarán. Porqué duermes arriba? No tienes para carbón? Ya te dí para Ines una orden, debes hacer lo que te pido, no quiero que tengas ninguna molestia, que te falte nada. Arregla bien los detalles para tu viaje, piensa que vas a decir en tu carta a D. etc. Yo pienso en tí día y noche, noche y día, amor mío, dulce mía, y no sé si te quiero pero te quiero.
Eres mía y te beso
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Viena 31 de octubre [sin año, pero sin duda de 1951.]
Mati mía?:
Solo anteayer te escribía con mis grandes decisiones, defenderemos nuestro amor toda la vida. Ayer en el tren debí conversar largamente con José sobre la tía que no me quiere y así examinamos de donde sabe ella ciertas cosas y nos pusimos a recorrer mis amistades y las tuyas. Así -sin que lo esperara- supe lo que me ocultabas, las largas horas que casi diariamente has pasado allí y con quiénes, y muchos mas detalles. Matilde, fue todo esto un nuevo puñal, pero hay en tus cartas algo que me hace no tomar ninguna decisión apresurada, tu me dices que hasta hoy fuiste avara de tus cosas, pero que todo me lo contarás.
Esto me ha reanimado. Si con toda tu verdad, aún lo que no se puede ni pensaste decir vienes a nuestro encuentro, yo sacaré toda la fuerza necesaria, y es posible que pueda vencer, y conservarte. (A esto vino a juntarse rumores venidos de Suiza de tu viaje con tus amigos mexicanos) Querida, si supieras como he escrito con tu pensamiento fijo y como, ocultándolo, te he buscado tiernos, tiernos regalos que te llevo, sabrás cuanto puedes herirme, pero solo con la mentira o sin la verdad. Todo esto, con gran esfuerzo lo hablaremos. El proyecto de reunirnos no encuentra ningún obstáculo, por el contrario, va mejor cada dia. Y nosotros? Sería, creo, a mas tardar el 10. Un beso, pero en la frente de quien quiere, de veras, defender tu amor.
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[Carta manuscrita en cuatro páginas pequeñas, con membrete del Hôtel D'Angleterre de Roma. La única indicación de fecha que tiene es “Hoy es el sábado 28”. No sabemos de qué mes, pero sí podemos colegir que es de 1952 por la alusión en clave que hace a la primera edición del libro Los versos del capitán, que apareció ese año.]
Hoy es el sábado 28 y he amanecido sin tus pies. Fue así. Me desperté y toqué al fin de la cama una cosa durita que resultó ser la almohada, pero después de muchas ilusiones mías. El hijo de nuestra tía se portó indiferente, me esperaba un auto (del impresor) y marché raudo. Tu hijo será gordo y maravilloso, tendrá 180 páginas. Y tendrá dibujitos en la frente y trasero.[Sin duda se trata de Los versos del capitán, dedicado a Matilde] . Bueno, parece que mi tía no quiere que vuelva a Italia y debes preparar tu viaje, pero con calma, como cuando comemos. Hasta ahora es así. No sé si en el día se cambiarán las cosas. Esta mañana me llevaron a un sitio con una tina blanca, no comprendí al principio, pero me metí, con miedo de disolverme. Había una gran toalla, qué pérdida de trapo, en S. Angelo se hubiera cortado en 12 y hubiera servido hasta junio 1953. Cuando me levanté y abrí a la camarera vi que me faltaba una parte de pyjama que según me dicen se llama pantalón. Es así: [dibujo de un pantalón.]
Patoja mía estoy contento, soy como un soldado con su retaguardia segura. No me importa el fuego. No sé si estoy aun con mar o agua de Patoja, todo mi cuerpo está saturado de tí. Eres parte de mí, como la pirinola de su cane, sólo que tengo pirinolas tuyas hasta en el alma. Recién me llaman, esta tarde te escribiré de nuevo, acumularé todo el día besos para todo tu cuerpo que es interminable para mí, aunque la vida me la pasaré besándolo no lo terminaré de besar. Desperté a las 6 ½ a las 8 estaba vestido, son las 9 salgo a los tickets. Hay algo más importante que tú y que yo, somos tú y yo. Juntos somos lo que la pobre gente no alcanza jamás, el cielo en la tierra. Te aprieto a mi corazón, amor mío, con cuerpo, alma y amor.
Tuyo
Tu capitán
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[Carta manuscrita, una página, fechada en Ámsterdam el 21 de noviembre de 1955.]
Amsterdam 21 Nov. 55
Amor, le escribo a las once de la mañana desde el hall del hotel. Me levanté a las 9 y conseguí la visa belga, así es que parto a Bruselas hoy a las 3 para salir a Varsovia mañana a las 10 de la mañana. Di un paseo por el centro lleno de tiendas y bellas casas viejas. Le compré junto al canal una caja de papas de tulipas que plantaremos en su jardín. Anoche llegué a las 11 de la noche al hotel, pasee un poco mi soledad por el centro muy iluminado y lleno de bares (tomé 2 cervezas = 1 dólar) y me acosté muy cansado. Me tomé un Calcibronat51 pero desperté sobresaltado a la 1 exacta. Qué pasará? Echaría de menos el avión o su chasca cerca de mi. Me costó dormir de nuevo pero solo desperté a las 8 en punto, como en la Chascona. Hace un cielo blanco, casi frío, un día velado y triste. Nunca he estado más solo. No he hablado con una sola persona ni nadie me conoce al fin. Ya he gastado aquí 10 dólares. Todo me lo pagan. Entonces en qué? Un poco de tabaco, la visa, las tulipas y ya se fueron. Hasta luego amor, telefonee a Galvarino que no me fue posible hablar con Losada por la huelga.
[En los márgenes:] Hasta pronto mi Patoja adorada, cuídese y cuídeme! Le mando millones de besos y algo más.
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Octubre de 1959
Señora mía muy amada, gran padecimiento tuve al escribirte estos mal llamados sonetos y harto me dolieron y costaron, pero la alegría de ofrecértelos es mayor que una pradera. Al proponérmelo bien sabía que al costado de cada uno, por afición electiva y elegancia, los poetas de todo tiempo dispusieron rimas que sonaron como platería, cristal o cañonazo. Yo, con mucha humildad hice estos sonetos de madera, les di el sonido de esta opaca y pura substancia y así deben llegar a tus oidos. Tu y yo caminando por bosques y arenales, por lagos perdidos, por cenicientas latitudes, recogimos fragmentos de palo puro, de maderos sometidos al vaivén del agua y la intemperie. De tales suavizadísimos vestigios construí con hacha, cuchillo, cortaplumas, estas madererías de amor y edifiqué pequeñas casas de catorce tablas para que en ellas vivan tus ojos que adoro y canto. Así establecidas mis razones de amor te entrego esta centuria: sonetos de madera que sólo se levantaron porque tú les diste la vida.
Cuando conoció a Matilde Urrutia, en 1946, Neruda estaba casado con su segunda mujer, y de quien se separó en 1952. Por ello, este epistolario, que comienza en 1950, es una muestra de las diferentes etapas por las que pasa este amor, que nace a hurtadillas y que se tiene que esconder, con celos, arrebatos de pasión, deseo y entusiasmo. El epistolario termina a mediados de 1973, pocos meses antes de que muriera el escritor y premio Nobel, con unos textos más íntimos, serenos y recogidos, y estando ellos dos ya casados oficialmente.
Fuente: "Pablo Neruda. Cartas de amor". Editorial Seix Barral.
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