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01 noviembre 2008

Cartas de Emilia Pardo Bazán a Benito Pérez Galdós

Triste, muy triste...como diría un orador de la mayoría, me quedé al separarme de ti, amado compañero, dulce vidiña...¿quién reemplazará condignamente nuestras expansiones a la mesa y el el execrable puesto, nuestras dulces y disparatadas causeries, nuestra charlas, ora guasonas, ora serias y literarias, nuestra ternura que era la salsa secreta de todo el compagnage y de toda el alma amistad que nos veníamos mintiendo? Ahora es cuando la p...ícara imaginación representa con lindos colores toda la poesía de este viaje feliz...Hemos realizado un sueño, miquiño adorado, un sueño bonito, un sueño fantástico que a los 30 años yo no creía posible. Le hemos hecho la mamola al mundo necio que prohibe estas cosas; a Moisés que las prohibe también con igual éxito; a la realidad, que nos encadena; a la vida que huye; a los angelitos el cielo, que se creen los únicos felices porque están en el Empireo con cara de bobos tocando el violín... Felices, nosotros ¡Ay, cuándo volveré a estrecharte en mis brazos, mono, felicidad mía, cuándo será!

...Que sueñes en renovar horas tan venturosas, que vayas tramando el modo de realizarlo en compañía de tu

Peinetita,
que te besa un millón de veces el pelo, los ojos, la boca y el pescuezo

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Minino: Ayer nos convidaron al Real: mamá en casos tales se pone como una niña: quiere ver subir el telón...Al ver esto, y ver que en el fatídico reloj sonaba la media, y transcurría tiempo, y las siete se apropincuaban, huí del impuro nido. El martes ahí tendrás a tu Suriña. Se me hace el tiempo largo; la metá de mis deseos, cual huye ante mis asombradas pupilas ¡Ah! ¡Oh! ¡Seductor, no me fascines con tu serpentina lengua! Adiós mono, hasta el martes -loco citato, all’ora stessa: En cuantique te vea, te como.

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Mi vida, en este momento acabo de perder el tren que debía llevarnos a España...Lo que me consterna es pensar que tal vez no me esperes ya, con tantas dilaciones...Soy tu rata, que te ama y está rabiando con este contratiempo...

Y un lunes: Mi propósito es plantarme el jueves de 6 a 7 de la tarde near Maravillas Church (Palma Strasse), pero voy con mamá...Iré al loco citato, si no me es absolutamente imposible, el jueves; y si no, el viernes, all' ora stessa. Te abrazo con toda la fuerza de mis brazos y de mi corazón, diletto, vita ed anima mia. Ti bacia caldamente, tu Porcia.

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Emilia tiene un romance con Lázaro Galdiano en Barcelona. Narcís Oller, que los ha presentado, se siente celoso y se lo cuenta a Galdós. En una carta que desconocemos, Galdós se lo reprocha. Doña Emilia, en esta carta, confiesa:



...Mi infidelidad material no data de Oporto, sino de Barcelona...Perdona mi brutal franqueza. La hace más brutal el llegar tarde. Y no tener color de lealtad. Nada diré para excusarme y sólo a título de explicación te diré que no me resolví a perder tu cariño confesando un error momentáneo de los sentidos fruto de circunstancias imprevistas. Eras mi felicidad y tuve miedo a quedarme sin ella. Creía yo que aquello sería para los dos culpables igualmente transitorio y accidental. Me equivoqué: me encontré seguida, apasionadamente querida y contagiada. Sólo entonces me pareció que existía problema: sólo entonces empecé a dejarme llevar hacia donde -al parecer- me solicitaban fuerzas mayores, creyendo que ahí llenaba yo mayor vacío y hacía mayor felicidad. Perdóname el agravio y el error, porque he visto que te hice mucho daño, a ti, que sólo mereces rosas y bienes, y que eres digno del amor de la misma Santa Teresa que resucitase...


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La relación continuó y tras los viajes a París, Suiza y Alemania, le escribe:


Mi vida, al abrir los baúles fueron saliendo objetos que eran otras tantas reminiscencias de nuestra feliz escapatoria... Pero sobre todo lo que yo tengo presente es la (escena) de Francfort, que pertenece al número de las que por rebasar de los límites del amor nefando y el deleite vil, se graban en el espíritu con imborrable huella... Haz por venir pronto, cielo, feo, monigote...¡Cuán grande va a ser mi orgullo si me dices que tus saudades corren parejas con las mías, y que tú también has encontrado en mí la compañera que se sueña y se desea para ciertas escapatorias en que burlamos a la sociedad impía y a sus mamarrachos de representantes!...Imposible parece que después de lo muchísimo que charlamos, ya en los fementidos y angostos lechos germánicos, ya en los lujosos vagones, al amparo de los feld-mariscales que nos abrían las portezuelas y nos llamaban príncipes, quede todavía una comezón tan grande de charlar más, y un deseo tal de verte otra vez en cualquier misterioso asilo, apretaditos el uno contra el otro, embozados en tu capa o en la mía los dos a la vez, o tumbados en el impuro lecho, que nuestra amistad tiernísima hace puro en tantas ocasiones. Sí, yo me acuesto contigo y me acostaré siempre, y si es para algo execrable, bien, muy bien, sabe a gloria... porque tienes la gracia del mundo y me gustas más que ningún libro.



Emilia mantuvo un romance durante 20 años con el escritor Benito Pérez Galdós. El amor y la pasión de doña Emilia aparecen aquí teñidos con los tonos del humor, de la ternura y de la clandestinidad a que estaban obligados. Y también de la sinceridad.

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