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14 enero 2009

Carta del líder andalusí Mohammad Ben Azzuz Hakim a S. M. el Rey Juan Carlos I de España

A S.M. Majestad el Rey de España, Don Juan Carlos I

Con su venia,

Tengo el honor de dirigirle esta carta abierta, motivada por el hecho de que próximamente se cumple el V Centenario del primer edicto de expulsión de los musulmanes andalusíes, dictado por los Reyes Católicos el 14 de febrero de 1502. En efecto, el día 14 de febrero próximo se cumple el V Centenario del primer Edicto de expulsión de los musulmanes andalusíes, dictado por los Reyes Católicos, que fue el primer acto de la gran "Tragedia del Andalus" cuyo acto final lo constituyeron los Edictos de expulsión de los moriscos, dictados por el rey Felipe III los años 1609-1610. El primer edicto fue no solamente una afrenta pública al Islam y a los musulmanes en general, sino también un flagrante quebrantamiento de los solemnes compromisos contraídos por los Reyes Católicos en las Capitulaciones para la entrega de Granada, firmadas con el rey Boabdil el día 25 de noviembre de 1491 y en las que la fórmula "para siempre jamás" se repite nada menos que diez veces; quebrantamiento que el cardenal Primado de Francia, Monseñor Jean Marie Lustinger, calificó de "acción contraria a la doctrina de la Iglesia y a la libertad de conciencia", en el seminario organizado por la Universidad Complutense, en El Escorial, el día 5 de julio de 1991, donde el Arzobispo de París se mostró contrario al proceso de beatificación de la Reina Isabel la Católica.

He aquí reproducidas a continuación las Capitulaciones de la entrega de Granada. (Sigue todo el texto de las mismas)

Estas fueron, Majestad, las cláusulas de las Capitulaciones de 1491, que si por un lado, fueron fielmente ejecutadas por el Rey Boabdil, al hacer entrega de Granada a los Reyes Católicos el día 2 de enero de 1492; por otro, faltando a su palabra, fueron quebrantando las cláusulas de las Capitulaciones, una tras otra, valiéndose para ello de su confesor el Cardenal Jiménez de Cisneros, que sustituyó al cardenal Hernando de Talavera.

Es más; la enemiga de los Reyes Católicos hacia los musulmanes se hizo patente el día 14 de febrero de 1502, en que dictaron el primer edicto de expulsión de los musulmanes andalusíes, quienes sufrieron mil vejaciones y en su mayoría tuvieron que emigrar a Marruecos ( véase anejo la traducción de un manuscrito inédito de un alfaquí de origen andalusí).

Dos años después, no satisfecha la Reina Isabel la Católica de haberse desembarazado de los "enemigos de la fe", expresó públicamente su deseo de perseguirles en el país escogido por el Rey Boabdil y la mayoría de los emigrantes, bajo el pretexto de que la pretendida "reconquista" no había tocado a su fin con la toma de Granada, sino que debía proseguirse en tierra marroquí, a cuyo efecto dictó su tristemente célebre Testamento del día 12 de octubre de 1502 en el que decía:

"RUEGO Y MANDO A LA PRINCESA MI HIJA Y AL PRINCIPE MARIDO QUE COMO CATÓLICOS PRINCIPES... NO CESEN DE LA CONQUISTA DE AFRICA Y DE PUGNAR POR LA FE CONTRA LOS INFIELES".

Todos sabemos, Majestad, la nefasta influencia que tuvo dicho Testamento sobre las relaciones hispano-marroquíes durante cinco siglos, que fueron de latente hostilidad y sus efectos continúan siendo hoy en día causa de tensión, desconfianza y recelo entre España y Marruecos; con el agravante de que los reyes sucesores de Isabel la Católica se ocuparon sólo de ejecutar la cláusula del mismo Testamento que trata de "hacer la guerra al moro en sus propios lares" descuidando la ejecución de la otra cláusula en la que la Reina dice:

"Mando a la princesa mi hija y al príncipe su marido y a los reyes que después de ellos en estos mis reinos, que siempre tengan en la Corona y patrimonio real de ellos, la dicha ciudad de Gibraltar, con todo lo que le pertenece y no lo den ni enajenen ni consientan dar ni enajenar cosa alguna de ella".

Majestad:

Es verdad que la medida de expulsión no afectó solo a los musulmanes andalusíes, sino que también hubo otro edicto anterior dictado por los mismos Reyes Católicos, de fecha 31 de marzo de 1492, por el que fueron expulsados los judíos sefardíes.

Pero V.M. ha tenido a bien reparar el agravio hecho al colectivo judío, revocando el Edicto del año 1492 y presentando públicamente las excusas debidas a los judíos (sefardíes o no) en la persona del presidente de Israel.

Aparte de ello, la Ley de Extranjería del año 1985 ya había otorgado un tratamiento preferencial a los judíos sefardíes, equiparándolos a los iberoamericanos, portugueses, filipinos, andorranos, ecuatoguineanos y originarios de la ciudad de Gibraltar.

De los musulmanes andalusíes nadie se acordó a la hora de redactar dicha ley. Por eso, cuando se elaboraba la nueva ley de extranjería hicimos gestiones cerca de la Presidencia de las Cortes Españolas, en el sentido de que se repare esta nueva injusticia cometida contra los musulmanes de origen andalusí, que no eran menos españoles que los judíos sefardíes.

Majestad

Como el gallardo gesto de V. M. hacia los judíos sefardíes (y no sefardíes) tuvo lugar con ocasión del V Centenario de su expulsión de España, nos permitimos recordar a V.M. que el día 14 de febrero del 2002 se cumple también el V Centenario de la Expulsión de los musulmanes andalusíes (la mayoría de los cuales y con ellos el propio rey Boabdil fueron acogidos por Marruecos) por lo que sus descendientes, que conservan con orgullo el apellido genuinamente español heredado de sus antepasados se creen asimismo acreedores a una reparación del agravio hecho a sus antepasados, no solamente el año 1502, sino en años sucesivos hasta 1609-1610. Y consideran que es de justicia que el anuncio de la revocación de todos los Edictos de expulsión y el reconocimiento público de los viejos errores cometidos, tenga lugar en Granada, en presencia del Rey de Marruecos.

Es de señalar que esta petición fue hecha en el Encuentro Internacional sobre política y los moriscos en la época de los Austrias, organizado por la Fundación Sur en la villa condal de Sevilla la Nueva, próxima a Madrid, los días 3, 4 y 5 de diciembre de 1998, por el que suscribe, quien tiene a mucha honra el ser descendiente de una familia andalusí, que vivió en la villa de Cariatiz (provincia de Almería) y en cuyo árbol genealógico figuran 14 familias con apellidos genuinamente españoles, como Murcia, Alicante, Redondo, Cáceres, Cárdenas, Rellán, Ruíz, Sarriá, Segura, Vera, Marchena, Ponce, Sobras y Abril.

El Encuentro hizo suya dicha petición y fue una de las conclusiones del mismo, que rezaba:

"Iniciar las oportunas gestiones cerca del Gobierno de la Nación y de la Jefatura del Estado Español para que el año 2002 sea revocado el decreto de expulsión de los moriscos, igual que hace pocos años fue anulado el decreto de expulsión de los sefardíes. Ambos colectivos, españoles cien por cien, en sus orígenes y con su cultura vernácula propia, tiene el mismo derecho moral a recuperar su identidad histórica en el Estado de Derecho de la España plural de nuestros días y a que se reconozca públicamente el viejo error cometido".

Es gracia que esperan merecer de V.M. los musulmanes marroquíes de origen andalusí, cuyo número supera el millón de almas, que ostentan con orgullo el apellido genuinamente español y conservan celosamente su cultura vernácula heredada de sus antepasados, que eran españoles cien por cien y por lo tanto sus descendientes tienen el derecho moral a recuperar su identidad histórica en el Estado de derecho de la España plural de nuestros días, donde desean tener, por lo menos, el mismo trato preferencial otorgado a los judíos sefardíes en la Ley de Extranjería.

Tetuán (Marruecos) a 31 de diciembre de 2001

Su humilde servidor

Mohammed Ibn Azzuz Hakim
Historiador y decano de los hispanistas marroquíes



La carta contiene una transcripción de las Capitulaciones de la entrega de Granada y un anexo inédito sobre la emigración de los musulmanes andalusíes a Marruecos, según sus propios testimonios. En total, la carta contiene 80 páginas, incluido un epítome en árabe. De estas 80 páginas, hemos extractado aquellas en las cuales Mohammed se dirige al Rey de España pidiéndole un gesto de reparación hacia los familiares actuales de los expulsados de la península, similar al que hiciese en su día hacia las comunidades sefardíes.

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