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15 enero 2009

Cartas de Benito Pérez Galdós a Teodosia Gandarias (fragmentos)




Galdós reacciona a las noticias de un posible embarazo de Teodosia. En esta carta, le aconseja prudencia a su amada.


[...] creo que debemos esperar algún tiempo antes de dar franca entrada en nuestros corazones a la alegría del suceso [...] ¿Será o no será? Estaremos con nuestros corazones a la expectativa. ¡Oh secreto de la naturaleza, oh milagro del tiempo, oh felicidad no por tardía menos soberana! [...] ¿Con que tendremos canario de alcoba? Así sea. Pero contengamos nuestro fervoroso anhelo hasta que el tiempo confirme la esperanza. (21 de julio de 1907)

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Cuatro días después, responde a lo que parece haber sido una falsa alarma por parte de Teodosia:

La tuya última me cuenta como se ha disipado la dulce ilusión. ¡Vaya por Dios! No sé si te diga que es bueno ó es malo. Diré tan solo que ahora como siempre se cumpla la voluntad del incógnito é incognoscible ser que gobierna el mundo. Lo que venía o parecía venir era motivo de alegría, y motivo de temores, un cúmulo de emociones y de alegrías y sobresaltos que habrían de resultar de modos varios, quizás venturosos, quizás lo contrario. A pesar de esto, tus noticias esperanzadas me llenaron de contento. No debe afligirte el desvanecimiento de la ilusión. (25 de julio de 1907)

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Aqui se queja de las convenciones sociales que los separan durante el verano:

Lo que me aflije [sic] que tú estés pasando esos calores, mientras yo vivo al fresco, no puedes figurártelo. Maldigo mi suerte, maldigo las mismas preocupaciones y tonterías sociales que consienten tamaña iniquidad y desigualdad tan injusta. Esto no debe ser, y hay que ponerle para el año próximo, un remedio cualquiera, siquiera por paliativo. (17 de agosto de 1909)

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Aquí expresa su amor por ella:

Alma mía, todo mi ser es tuyo. Corazón y cerebro te pertenecen. Te quiero con pasión sosegada y segura, con inconmovible asiento. (16 de agosto de 1908)

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En estas, continúa ahondando en sus sentimientos:

Adorada Teo, vaporosa y preciosa: he recibido ayer tu bella carta. A lo que dices añado yo que si no existiera el amor, el mundo sería una sosería insoportable. Por él vivimos, y de las bestias nos diferenciamos por la espiritualidad del amor. (16 de julio de 1907)

Adiós, mi cielito, mi encanto, mi paz, mi alegría, mi ensueño, mi realidad, mi quita-penas, mi zozobra cuando no recibo la carta a tiempo, mi consuelo, mi norma, mi consultora, mi guía, mi maestra, mi compañía, mi goce, mi estudio, mi bien muy amado y mi centro magnético. (31 de julio de 1908)

Debo al cielo el favor inefable de la compañía y el amor de mi Teo, apoyo hermosísimo de mis años cansados, y sostén inapreciable de mi vida, consagrada al arte, y al cumplimiento de los deberes que la propia posición artística impone a tu fervoroso y siempre amante B. (25 de agosto de 1912)

Admirable Teo: tu carta recibida con la dichosa puntualidad no alterada en lo que va de verano, me trae nuevas muestras de tu ingenio delicado y de tu observación sagaz. Bello y exactísimo es el cuadro de la vida de ese vecindario en las noches caniculares. Mil veces ví ese cuadro en los tiempos en que he tenido que pasar en Madrid los ardores del estío; pero nunca lo ví expresado con tan hermosa concisión. (14 de julio de 1907)

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En esta carta, elogia la sutileza de expresión de Teodosia en sus cartas. Tanto es así que declara que insertaría algunos en sus propias novelas:

... tu carta de ayer es un precioso articulito de costumbres rurales y provincianas, bosquejo del natural, trazada con verdadera maestría. Cogería yo ese trozo de bella literatura y lo incluiría sin el menor escrúpulo en cualquiera de mis obras, seguro de que lo alabarían cuantos lo leyeran. Es cosa linda, graciosa, con toda la frescura de las escenas vividas. (1º de septiembre de 1912)

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Aquí alaba la bondad de Teodosia dedicada a impartir lecciones al hijo de la portera sin esperar recompensa. Alaba la manera en que organiza su tiempo:

La relación que me haces de la distribución de tu tiempo en cada día, me conmueve, me entusiasma. [ilegible]... eres mujer buena si no excelsa. Practicas noblemente la caridad con ese Miguelín que sin ti andaría vagabundeando por las calles, y el resto de tus horas lo dedicas a pensar en tu caballero amante, y a leer tus obritas y en coser tus ropitas. Bendígate Dios, que a mí ya me ha bendecido, concediéndome tu cariño y adhesión. (4 de agosto de 1908)

La lección que das al chiquillo ese tiene un mérito extraordinario. ¡Qué mujer eres! Otra andaría de callejeo, compuesta y emperejilada, sin pensar más que en sí misma. Pero, lo que yo digo: en el mundo no hay más que una Teo, una sola, y lo mejor, lo más portentoso del caso es que esa Teo única y sin par la tengo yo. (20 de agosto de 1908)

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En junio de 1908, se había comprometido con unos amigos malagueños a mandarles una carta para los juegos Florales de aquella ciudad. Al tener que cumplir con su promesa en agosto, expresa cómo necesita a Teodosia para socorrerle en este aprieto:

¡Qué enfadoso es, en este descanso, ponerse a escribir cosas tan extemporáneas y de puro convencionalismo! ¡Cuánto te echo de menos, oh mentora y colaboradora mía! Porque tú me ayudabas en estas tareas, tú me has sacado de muchos apuros, escribiéndome al dictado lo que se me ocurría para salir de estos compromisos. Y ello es que salía bastante bien. Pero ahora solo yo y sin tu beneficioso amparo, no doy pie con bola. Veremos como me desenvuelvo, y cumplo la palabra que dí a los malditos malagueños. (16 de agosto de 1908)


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En el verano de 1907 relata su tentativa fracasada de bosquejar una obra de teatro:

Algunos ratos, pocos, consagro a enredar en el cultivo literario. He tratado de planear comedias; pero después de modelar un rato la masa entre mis dedos, acabo en desechar la obra, dando por frustrada la tentativa. Nada muy positivo aún. Los planes son desechados y en verdad no me importa. Si alguno cuaja, ya te lo diré. (10 de agosto de 1907)

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Ocho días después advierte que la idea para Los bandidos se le ocurrió mientras padecía de un flemón:

Aunque en estos días del flemón, no he podido trabajar nada, de pluma, el pensamiento no ha estado ocioso, y sin proponerlo he visto claro el plan de una obra de teatro, que hoy está trazada en algunas cuartillas. En mi breve dolencia he visto lo que no pude ver antes, y puedo decir que hay obra. Es comedia dramática y se titula Los bandidos.

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En Pedro Minio capta la sal del habla popular madrileña para hacer reír al público. Le expone a Teodosia su necesidad de documentarse en las fuentes:

En esta obra de teatro que estoy haciendo, hay algunos tipos de viejas charlatanas, desvergonzadas y cínicas (ya sabes que la acción se desarrolla en un asilo de viejos), y me veo y me deseo para encontrar el lenguaje propio y castizo de esas mujeres madrileñas, habladoras y llenas de donaire. Pues en cuanto llegue a Madrid, he de celebrar varias interview [sic] con tu portera, a ver si le cojo alguna de esas frases bárbaramente graciosas que hacen destornillar de risa a la gente en el teatro. Hoy mismo he estado bregando con el lenguaje de mis viejas sin hallar nada que tenga ese picor especial del habla popular madrileña. (16 de agosto de 1908)

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Durante las primeras semanas de agosto aprovecha un temporal que le mantiene encerrado en casa para progresar en la elaboración de su novela El caballero encantado:

Naturalmente, privado del aire libre, me he tenido que refugiar en la literatura, y he trabajado de lo lindo avanzando considerablemente. Es una obra que se las trae. Ya la verás. Pronto estaremos tú y yo corrigiendo las pruebas de ella. Para irla confeccionando, he tenido que leer cosas interesantísimas de pasados tiempos, entre ellas las Cantigas del Rey sabio D. Alfonso X, que son una riquísima colección de [ilegible] milagros de la Virgen. Entre ellos los hay graciosísimos, extravagantes y hasta desvergonzados. Se ve en todo ello la cándida inocencia de aquellas edades. (9 de agosto de 1909)

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Mientras trabaja en El caballero encantado, Galdós se siente rejuvenecer. La facilidad con que la compone le recuerda los años fecundos de su juventud:

Querida mía y mentora y musa y dueña y sabia mujer: continúo trabajando en mi obra con un ardor, que me recuerda los años floridos de mi oficio literario. La obra me domina; es un vértigo que me arrastra, una hoguera que me caldea. Ya voy por cerca de la mitad. Va saliendo con chorro afluente como el de un manantial de roca viva, que no desmaya. No sé si me equivocaré; pero creo que me va saliendo muy bien, y con extraordinario interés. Es fantástica, porque en ella pasan cosas que no son de la vida real, cosas disparatadas y del orden sobrenatural; pero en el fondo hay realidad o realismo y una pintura que yo creo justa de la vida social, tal como la estamos viendo y tocando. (26 de agosto de 1909)

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Aqui confiesa sus dudas e inseguridades sobre la novela:

A veces me digo: ¿estaré yo tonto y se me habrá metido en la cabeza una chochez de viejo? ¿Me equivocaré creyendo que esta obra que escribo es en verdad casi buena? Estaré en babia. Por esto deseo ardientemente que lo leas y me des tu parecer. He llegado a pensar que en efecto me he vuelto tonto y que ya no sé por dónde ando. Otras veces me da por pensar lo contrario. Pero en estas dudas, sigo adelante, cada vez con más entusiasmo y poniendo, como suele decirse, toda la carne en el asador. (6 de septiembre de 1909)

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Desde un tiempo, Galdós se venía inquietando por la vista deteriorada y lo difícil que se le hacía escribir:

Estoy tan mal de la vista, que apenas veo lo que escribo y tengo que hacer letras un poco grandes para poder enterarme de lo que escribo. (9 de agosto de 1910)

Y en cuanto acabe la corrección del libro, me operaré del ojo izquierdo, porque tengo mi vista en un estado tal, que de esto a la ceguera hay muy poca distancia

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Le operaron en mayo de 1911. Ya operado, no puede disfrutar las bellezas del mundo visual, así que enfatiza en sus cartas los sonidos de su alrededor. Por ejemplo, cuenta que no puede ver, pero sólo puede escuchar a sus amadas golondrinas:

Las golondrinas tienen ya la segunda tanda de crías. Yo no las veo, pero me divierto por las tardes oyendo la algazara y bullicio que arman dándoles de comer a los polluelos. (8 de agosto de 1911)

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Durante una manifestación de republicanos de Bilbao, Galdós se impresiona por el gran número de mujeres vascas activas en la política revolucionaria. Describe la llegada de los bilbaínos que viajan a Santander para una reunión de republicanos:

Vinieron 150 mujeres, algunas bien [ilegible], jóvenes y bien vestiditas. La entrada del mujerío en la población con los estandartes fue un cuadro hermoso. Yo las vi cuando entraron en el lugar del mitin con las damas viejas de aquí. [...] Dijeron tus paisanos que Bilbao es liberal y revolucionario, que los jesuitas han perdido mucho terreno, y que si andan en bromas, irán todos de cabeza a las aguas del Nervión. El domingo tarde pasaron por estos barrios en imponente manifestación con banderas, y largo rato estuvieron delante de esta casa, dando voces, gritando y cantando la Marsellesa. Fué una tarde espléndida, de gran regocijo para toda la población (16 de agosto de 1910)

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En un momento determinado le ruega a Teodosia que deje de preocuparse por la política y que vuelva a ocuparse por cuestiones del arte:

Adoradísima Teo: hazme el favor de no tener más dolores de cabeza, ni pensar en política, que es arte inferior que no debe ocupar nuestras excelsas cabezas. Nuestra religión es la alegría, la confianza, el arte, pues para esto nacimos. Todo lo demás es aire vacío. (29 de septiembre de 1911)

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Su fe menguante en la política se nota en sus comentarios sobre Timoteo, el hermano de Teodosia:

Me hace gracia, y me causa risa lo que dices de que debo tener presente, para favorecer á Timoteo, que éste no es republicano. No lo es, ni para nada le hace falta serlo, pues sus deberes como funcionario del Estado, le ligan al régimen monárquico que desdichadamente nos gobierna. Bien se está Timoteo en ser monárquico, que esto no será [ilegible] para trasladado a Madrid; al contrario, mejor está en el Alfonsismo que en otra parte. Por lo demás, los republicanos somos más atendidos que los del montón dinástico en nuestras pretensiones.

Puedes estar tranquila en esto, y viva mi Teo, que es lo que principalmente interesa á mi corazón, antes que todas las Monarquías y Repúblicas del mundo. (15 de agosto, sin año)

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Aquí reconoce que no ha leído a Maquiavelo, pero esto no le importa, ya que ella puede leerlo por él:

Y volviendo al amigo Maquiavelo, te digo que este escritor prodigioso le adelanta a su época anticipando las ideas del momento presente. Yo no le he leído; pero leyéndolo tú, es lo mismo porque de tu pensamiento al mío hay no menos espacio que el grueso de un cabello. (2 de agosto, sin año)




A los 64 años, Galdós conoce a la joven maestra Teodosia Gandarias, su último amor. Culta y estudiosa, solía aconsejar a Galdós cuando éste le dejaba sus obras antes de imprimirse, para que suprimiese alguna escena o fragmentos novelescos, lo que ella llamaba machaconería. Galdós la consideraba su colaboradora, en más de una ocasión era amanuense, correctora de pruebas y, con frecuencia, consejera. Desde 1915 no queda rastro de
correspondencia. La enfermedad de la vista de Galdós fue en aumento y la ceguera era inminente.

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