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08 enero 2009

Cartas de Carmen Conde y Ernestina de Champourcin

Cartagena, 23/III/28

Querida Ernestina:

Tu carta me ha traído una impresión definitiva de cariñosa amistad. No sabes cómo te agradezco esta intimidad; no he tenido nunca amigas como tú. Conozco, sí, muchachas inteligentes, pero… eso nada más: inteligentes. Y es preciso algo mejor: la sensibilidad. Deseo vivamente estrechar tus manos y charlar mucho contigo. Ya está muy cerca mi viaje a Madrid; claro está que en cuanto llegue visitaré a Zenobia Camprubí. Me han hablado de su voz de niña, y de su amabilidad encantadora. Al volver de casa del Poeta, ¿te has sentido con más efusión para hablarme?… Te certifiqué el libro de Fray Luis de León, por si no lo encuentras que no te quedes sin leerlo. No conozco a Henri Brémond. Ni por casualidad siquiera. Ya está mi libro en la imprenta. Con tu carta llegó otra del Editor anunciándomelo. Qué día tan simpático. Brocal se está editando muy selectamente, según me dice él, y muy pronto saldrá. Figúrate cómo lo deseo. Acaba de visitarme MAX AUB, un escritor alemán-valenciano que habrás leído en la R. de O.7 y en todas las revistas casi. No es amigo de J.R.J. (Juan Ramón Jiménez). Te envío estos poemas míos, nuevos. Mándame tus libros de antes. Yo guardo todo lo que has publicado en Cartagena, con un retrato tuyo en el que estás de blanco. Qué lejana estaba yo entonces de ser tu amiga. ¿Por qué publicaste aquí?… Seguramente leerías algo de otra muchacha cartagenera: MARIA DOLORES BAS; ¿no? Es la otra figura femenina de esta ciudad, pero «del otro extremo». No pertenece a nuestro grupo. Espero los retratos que me ofreces, no los vayas a olvidar. Di a tu hermana que si encuentra algún cliché de su gusto que te lo diga y le enviaré todas las reproducciones precisas. Ahí van esos nuevos; el de los borreguitos está muy hecho, pero siempre es bello. Volvíamos (una mañana de enero) del campo y nos los encontramos, todos rizados de nieve, en el camino de S. Félix. Tiene el encanto sencillo, claro, de lo eternamente ingenuo. Si vieras qué bien sentí sus calientes palpitaciones blancas.

Hemos recibido Gallo, la revista que F. Gª Lorca acaba de lanzar. No nos ha satisfecho completamente el número 1º; ya veremos después. Supongo le mandarás versos tuyos a Juan Guerrero para Verso y prosa; a ver si también coincidimos publicando juntas. Él tiene poemas míos. En el último nº de Mediodía (Sevilla) he publicado una cosita, «Atlas», que no me gusta: la encuentro fría, excesivamente literaria. Cuando me aparto de la espontaneidad, ya no me encuentro.8 Es el desquite de mi vida reducida a deberes idiotas.

He vuelto a leer a las poetisas americanas y me han parecido mejores. Sobre todo, Juana de Ibarbourou. No sé por qué se ha operado este cambio de opiniones en mí. Fíjate en la coincidencia de María Monvel con ella al hablar las dos de la lluvia. Dice la 1ª: llueve, llueve, llueve. Y la 2ª: lluvia, lluvia, lluvia. Y las dos quieren darse a la frescura del agua, desnudas; jóvenes y fragantes como las palmas. Además, Juana de Ibarbourou tiene un poema («Vida-garfio», feo título) con la raíz acaso en España. Hay un romance anónimo, remoto, que dice algo parecido a esto:

«Cuando muera, no me entierren en lugar sagrado.
Fáganlo en un praderío,
Dejen mi cabello fuera, etc...»

Desde luego «es algo parecido», pero no esto. Es que no me acuerdo de él. J. de Ib. dice a su amante, «que la entierre a flor de tierra, para que luego suba hasta él convertida en lirio». Esta poetisa es de origen español; su abuelo (de apellido Melo) fundó el pueblo que a ella la vio nacer más tarde. Me ha parecido, a juzgar por lo que he visto en la G.L.9 que el marido de ROSA CHACEL es mejor pintor que ella escritora. Lo que esta sra. ha publicado en la R. de O. no me ha gustado. Es una cosa desagradable, Ernestina. ¿Cómo te parece bien a ti?... A las otras muchachas no las he leído aún. Cuando Gabriel Miró venga a esta ciudad, que será pronto, conoceré a su hija sin duda. ¿Te gusta cómo escribe el padre? Desde luego yo no creo que la hija lo haga mejor que él; eso es imposible. Exageración paternal. ¿Has visto tú alguna de las procesiones andaluzas? Las de Cartagena son de una paganía, de un lujo y una belleza realmente maravillosas. Ven. El único escritor de procesiones —actual— grandiosas ha sido Miró. Si él viera las de aquí haría un libro mejor que El Obispo leproso, y ya es hacer. Es un tesoro esta Semana Santa en la que se creen más guapas las mujeres que llevan mantillas y peinas de teja, y que van detrás de los santos, en promesa, después de haber pecado más que la Magdalena. Delicioso, querida amiga. Si puedes alguna vez, no dejes de venir.

Hago punto definitivo. Te he escrito demasiado. Me hablas de unos Ejercicios; ¿perteneces a alguna congregación religiosa? Me gustará que me hables de tus ideas religiosas. Un abrazo de,

Carmen

hoy 23/III/28

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Madrid, 23-III-28

Querida Carmen;

un millón de gracias por el tan amable envío de tu libro. Me está interesando muchísimo y como leo bastante deprisa espero podértelo devolver la semana que viene. El «Cantar de los Cantares» ha sido siempre uno de mis poemas favoritos. Berta Singermann va a recitar el domingo uno de sus capítulos; yo pienso ir; tengo curiosidad por oír su interpretación. Juan Guerrero me mandó varios números de Verso y Prosa. En uno de ellos encontré unas «Presencias» en las que me pareció descubrir la tuya, unida por cierto espiritual y casi imperceptible parentesco al alma de esos poemas.10 Dime si acerté o si es solamente una de mis innumerables fantasías y perdóname la indiscreción, se debe también a suposiciones de J.R. Hace poco hablé de ti en el «Lyceum» con el presidente de la sección literaria que está organizando unos recitales de poesía femenina. ¿Quieres que se incluyan en el programa algunos poemas tuyos? Los dirá probablemente, lo mismo que los míos, Rivas Cherif, un muchacho periodista que posee como nadie el arte de recitar la poesía de ahora. Dime si te parece que dé algo de lo que tengo tuyo o si prefieres mandarme otra cosa. Ya te tendré al corriente de lo que haga.

Supongo que habrás leído en La Gaceta versos de Concha Méndez Cuesta.11 ¿Te gustan? Acaba de enviarme su nuevo libro, Surtidor. Tiene cosas bonitas pero, como dice J.R., «es siempre lo mismo». Sobre todo está clara en ella la influencia de Rafael Alberti. Rosa Chacel sigue siendo un misterio. El club femenino la invitó a sus conferencias y ni siquiera contesta. Dicen que es anti-feminista y enemiga del «Lyceum» lo que no va muy bien con su estilo literario, bastante avanzado.
Espero pronto noticias tuyas. Un cariñoso abrazo de

Ernestina

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Cartagena, 26/III/28

Querida Ernestina:

Te adjunto los poemas que quieres. Escoge los que más te gusten, con toda libertad; cuéntame todo lo que haya de esta cuestión. El autor de esas «Presencias» es mi novio. Tú nunca eres indiscreta, pregúntame todo lo que quieras en la seguridad de mi gran alegría de contestarte.
—¿tienes novio, tú?—

Cuando leía tu carta, leerías tú la mía: se cruzaron. Escríbeme en Segovia, ¡y mucho! Me van siendo necesarias tus noticias, y te considero como a una verdadera y querida amiga, cada día mejor.

Te abraza,

Carmen

Ctgna, noche del 26/III/28

Perdóname si soy tan breve: estoy bajo una gran impresión que no me deja pensar serenamente Adiós.

He escrito a Zenobia Camprubí acerca de un libro nuevo, mío... Si a J.R. no le parece mal que haya contado con él para esto.

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Madrid, 1-IV-28

Querida Carmen;

acaba de herir mis cristales el primer grito —auténtico— de la primavera. Pasó una mujer vendiendo «rositas de olor» y su pregón ha llenado la casa de perfumes nuevos.
Probablemente mañana quedará mi libro en la imprenta. ¿Qué sabes del tuyo? Me encantaría que salieran juntos. Supongo que tendrás una lista de críticos a quienes pueda interesar para enviarles ejemplares. Si quieres yo te daré nombres y señas de algunos amigos míos que seguramente se ocuparán con gusto de Brocal.

Ayer en el «Lyceum» el ministro del Uruguay nos habló de sus poetisas en una conferencia. Yo prefiero a todas ellas la argentina Alfonsina Storni. Me parece más personal y nueva que las otras. ¿Conoces las poesías de la condesa de Noailles? A mi juicio en esta gran poetisa francesa tiene la Ibarbourou el germen de su obra. Comparando libros de ambas se observa su íntimo parentesco. También la Noailles sueña
con volver a su tierra convertida en lirio. Siempre en forma clásica canta la naturaleza con un acento más exaltado y grave que sus hermanas de América. ¿Lees en francés? ¿Te gustan Baudelaire, Mallarmé y Rimbaud? Sobre todo el segundo realiza plenamente el ideal de la poesía pura. El cuento de Rosa Chacel es algo desagradable pero el estilo me gusta. Soy ferviente admiradora de Marcel Proust y la introspección me interesa mucho, aunque desgraciadamente sus secuaces no saben siempre mantenerse en los límites del buen gusto.

Gracias por las fotografías y los poemas. Encuentro delicioso el de los aeroplanos. «Atlas» no me parece tan mal como dices, aunque sí algo frío. También es muy fino y bonito tu artículo sobre la Singermann12 ¿ya la has oído? ¿Qué te parece Aquí los intelectuales le son poco favorables. Hace tiempo que deseo ver las procesiones andaluzas, pero por ahora no se me arregla. En Cartagena tengo unas antiguas amigas, Elisa y Emilia Soria, sobrinas del almirante Ibáñez. Ellas hablaron de mí a Óscar Nevado.13 Y por eso publiqué en su periódico. La mayor de estas chicas está ahora casada en Larache. La menor vive con una prima en Los Molinos. Debes conocerla. Va a casarse pronto con un muchacho, también de Cartagena. Yo no tengo novio, aunque el libro que te envío parezca afirmar lo contrario; fíjate en la fecha. ¡Entonces empezaba a soñar! Ahora es otra cosa. Sólo creo en Dios y en la belleza. No me queda sitio para más. ¡Ah! Y en amistades de carácter espiritual como la nuestra, sin distinción de sexos. Dejo aún media charla en el tintero y te abrazo.

Ernestina

Te mando unos versos míos recientes ¿te gustan?



Estas dos poetas lucharon por hacer oír su voz en una época que no escuchaba a las mujeres. Y lo consiguieron. Carmen Conde fue la primera mujer que ingresó en la Real Academia Española, en 1978. Nació en Cartagena, pero más tarde se marchó a Madrid, donde conoció a Ernestina de Champourcin. Ernestina fue una de las tres mujeres admitidas en la Antología de Gerardo Diego, y por tanto, miembro de la Generación del 27. La correspondencia entre las dos tienen doble valor: histórico, pues cuenta desde el punto de vista femenino sucesos de la vida cotidiana, cultural y social, y literario, ya que desde los primeros meses de la correspondencia las cartas van aumentando su tono lírico hasta constituir en ocasiones verdaderos poemas en prosa. Decían que algunas cartas que se escribían eran apasionadas.

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