Sevilla, Mayo 27 - 927
Nunca olvidado amigo: si yo te viera con barba no te conocía ni tú a mí tan gordo y tan trasmutado. No te puedo decir nada que tú no leas en esa dedicatoria de el pésimamente editado libro que yo no te quería mandar. Pero enterado por un amigo con quien Salinas habló en Córdoba que había llegado a ti la noticia de este primer libro mío —indigno de mí mismo, cuanto de ti— no he querido dejar de mandártelo con promesa de una inmediata enmienda —también hay escuelas primarias para adultos. Desea vivamente volver a ser compañero tuyo en el colegio que tu espíritu tiene labrado, aunque sea externo. ¿Te acuerdas de los externos? En Sevilla, en un callejón del barrio judío —San Bartolomé— donde no escucho nunca, nunca, tranvías ni carros, ni Se villas tienes tu casa y a tu compañero de los Rdos. P. P. Jesuítas—que Dios perdone— libre hoy de dos redes que le hicieron pescado; la taurina —preparo un libro contra los toros— y la teosófica de cuyo Dyzán he sacado mis nervios sanos ¡hurra! ¡muera Blavatsky! VIVA YO —que soy otra vez pez—. Y amigo afectuoso cordial admirador tuyo
Fernando
.........................................
Sevilla, 21 - 12 - 927
Querido Juan Ramón:
he tenido la satisfacción de conocer personalmente a Bergamín y a Guillen, que me traían un expreso saludo tuyo. En deuda contigo de una carta, no por olvido, que sí por razones que en otra más sosegada y larga te explicaré, no quiero dejar sus manos vacías de algo para ti, ya que la suerte me depara a tan admirados amigos para que me corran la posta. Con ellos te mando un recuerdo de brumas de nuestra niñez en el Puerto; un sueño de campana y campanilla, de brazos cruzados y de babis de crudillo hasta los pies; —en dos filas—
En dos filas: la de los buenos, y la de los malos de corazón. Siempre vi en mi vida esas dos filas, con música de campana y campanilla. La de los buenos, con los brazos cruzados sobre el pecho para que no se le escape el corazón.
........................................................
Querido Juan Ramón: me entero de los momentos de pena que atraviesas. No sé si estás en Moguer o en Madrid, y en la duda a Madrid te escribo, como más seguro. Mi pensamiento, mi amistad y mi cariño hacia- ti te acompañan en tu desgracia de ahora. Tengo vivos deseos de verte y abrazarte. Que Zenobia tenga por suya esta carta. Conformidad con la mano que traza nuestros destinos, y voluntad firme para sobreponerse a ellos.
Un abrazo de tu amigo que te quiere con admiración
Fernando
Fernando Villalón (poeta sevillano) y Juan Ramón Jiménez estudiaron juntos el bachiller en el Colegio de los Padres Jesuitas del Puerto de Santa María. Fueron compañeros y amigos. Después de treinta años sin verse, recobraron el contacto.
0 comentarios:
Publicar un comentario