Para vivir es necesario coraje. Tanto la semilla intacta como la que rompe su cáscara tienen las mismas propiedades. Sin embargo, sólo la que rompe su cáscara es capaz de lanzarse a la aventura de la vida. Esta aventura requiere una única osadía: descubrir que no se puede vivir a través de la experiencia de los otros, y estar dispuesto a entregarse. No se puede tener los ojos de uno, los oídos de otro, para saber de antemano lo que va a ocurrir; cada existencia es diferente de la otra. No importa lo que me espera, yo deseo estar con el corazón abierto para recibir. Que yo no tenga miedo de poner mi brazo en el hombro de alguien, hasta que me lo corten. Que yo no tema hacer algo que nadie hizo antes. Déjenme ser tonto hoy, porque la tontería es todo lo que tengo para dar esta mañana; me pueden reprender por eso, pero no tiene importancia. Mañana, quién sabe, yo seré menos tonto. Cuando dos personas se encuentran, deben ser como dos lirios acuáticos que se abren de lado a lado, cada una mostrando su corazón dorado, y reflejando el lago, las nubes y los cielos. No logro entender porqué un encuentro genera siempre lo contrario de esto: Corazones cerrados y temor a los sufrimientos.
Cada vez que estamos juntos, conversamos durante cuatro, seis horas seguidas. Si pretendemos pasar juntos todo este tiempo, es importante no tratar de esconder nada, y mantener los pétalos bien abiertos.
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20 de Junio de 1914
Cada vez que estamos juntos, conversamos durante cuatro, seis horas seguidas. Si pretendemos pasar juntos todo este tiempo, es importante no tratar de esconder nada, y mantener los pétalos bien abiertos.
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20 de Junio de 1914
Creo que es un error tuyo negarte a tener un contacto más íntimo, Mary. Un hombre en su pasión se guía por tres cosas: la lógica, el corazón y el sexo.
Cada una de estas cosas lo gobiernan durante un determinado período; la lógica y el corazón me gobernaron durante muchos años. Pero, ahora, aparece el deseo sexual.
Me dijiste: “Querido Kahlil, vamos a dejar el mañana para mañana”. Y en ese momento me sentí pequeño e ingenuo. A las cosas importantes las has venido tratando como si no fueran nada.
Yo te amo. Mi deseo es mayor que tu deseo hacia mí. Cada vez que te encuentro tu presencia llena todo el espacio que me rodea.
Yo te amo y sé que el contacto físico tiene su momento. Después, este momento desaparece.
No quiero que nada de lo que sea muy importante entre nosotros termine por desaparecer, porque no sabemos qué puede suceder después de eso. Nuestra relación ya es suficientemente fuerte, pero no sé a dónde pueden llevar los límites que se le imponen al amor.
A pesar de todo, me entrego en tus manos. Un hombre solamente puede entregarse en las manos de alguien cuando el amor es tan grande que el resultado de esta entrega es libertad total.
Yo te amo con todo lo que existe en mí. La punta de mis cabellos, el borde de mis uñas, todo está repleto de este amor que te tengo, Mary.
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28 De Diciembre De 1914.
¿Que te preocupa, Mary? Parece que hay algo que aún no has resuelto. Esta situación (el sexo) no está solucionada, nunca lo estará. Estamos aceptando algo dañino porque no cabe más remedio; solo se solventan las situaciones reales, y nuestra falta de libertad no lo es.
Aquella noche, después de que te vistieras y te marcharas, clamé por ti durante horas. Estamos desperdiciando algo que forma parte de cualquier relación entre personas normales e intensas.
No puedo considerar lo ocurrido como algo meramente accidental; tal vez conseguiría olvidarlo si o nuestro solo fuera pasión. Pero el amor, el verdadero Amor, es tímido frente al contacto físico. Durante diez días he estado pensando en lo que sucedió, porque es algo importante y fundamental, como siempre lo es el sexo en la vida de todos.
He llegado a la conclusión de que no debemos seguir conversando sobre este asunto, porque no tenemos la libertad de decir todo lo que sentimos.
Cartas pertenecientes al libro "Cartas de amor del Profeta", de Khalil Gibran. Barcelona, 1998.
Cada una de estas cosas lo gobiernan durante un determinado período; la lógica y el corazón me gobernaron durante muchos años. Pero, ahora, aparece el deseo sexual.
Me dijiste: “Querido Kahlil, vamos a dejar el mañana para mañana”. Y en ese momento me sentí pequeño e ingenuo. A las cosas importantes las has venido tratando como si no fueran nada.
Yo te amo. Mi deseo es mayor que tu deseo hacia mí. Cada vez que te encuentro tu presencia llena todo el espacio que me rodea.
Yo te amo y sé que el contacto físico tiene su momento. Después, este momento desaparece.
No quiero que nada de lo que sea muy importante entre nosotros termine por desaparecer, porque no sabemos qué puede suceder después de eso. Nuestra relación ya es suficientemente fuerte, pero no sé a dónde pueden llevar los límites que se le imponen al amor.
A pesar de todo, me entrego en tus manos. Un hombre solamente puede entregarse en las manos de alguien cuando el amor es tan grande que el resultado de esta entrega es libertad total.
Yo te amo con todo lo que existe en mí. La punta de mis cabellos, el borde de mis uñas, todo está repleto de este amor que te tengo, Mary.
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28 De Diciembre De 1914.
¿Que te preocupa, Mary? Parece que hay algo que aún no has resuelto. Esta situación (el sexo) no está solucionada, nunca lo estará. Estamos aceptando algo dañino porque no cabe más remedio; solo se solventan las situaciones reales, y nuestra falta de libertad no lo es.
Aquella noche, después de que te vistieras y te marcharas, clamé por ti durante horas. Estamos desperdiciando algo que forma parte de cualquier relación entre personas normales e intensas.
No puedo considerar lo ocurrido como algo meramente accidental; tal vez conseguiría olvidarlo si o nuestro solo fuera pasión. Pero el amor, el verdadero Amor, es tímido frente al contacto físico. Durante diez días he estado pensando en lo que sucedió, porque es algo importante y fundamental, como siempre lo es el sexo en la vida de todos.
He llegado a la conclusión de que no debemos seguir conversando sobre este asunto, porque no tenemos la libertad de decir todo lo que sentimos.
Cartas pertenecientes al libro "Cartas de amor del Profeta", de Khalil Gibran. Barcelona, 1998.
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