Salamanca, I, I,18
Al Sr. D. Marcelo Rivas Mateos
¡Gracias a Dios! Ya hay una autoridad oficial, el director general de primera enseñanza que le declara la guerra al Epítome de Gramática Castellana de la Real Academia de la Lengua. ¡Ya era hora!
Los disparates de ese Epítome son muchos. Entre los más gordos, recordemos ahora el de decir que en castellano, todos los monosílabos son agudos, desconociendo que los hay, como las preposiciones, átonos proclíticos; aquello otro de confundir el condicional -supiera- con el potencial -sabría-, bajo la en castellano bárbara denominación común de pretérito -que no lo es- imperfecto del subjuntivo. Pero lo más grave de ese Epítome es lo grave de casi todos nuestros libros de texto, es lo grave de nuestra enseñanza, es el vicio radical y cardinal y capital de clasificar sin fin ulterior. ¿Qué aprende el niño con aprender que a tales vocablos le llaman sustantivos y a los otros adjetivos, y así a los demás? Fundamentalmente nada más que palabras. ¿Es que por no saber que a “había tenido” lo llaman pluscuamperfecto no ha de aprender a usarlo?
[...] Antes de concluir, un ruego al señor director de primera enseñanza, suprima de una vez de los ejercicios de oposiciones a escuela, ese bárbaro ejercicio, de llamado análisis gramatical. [...] Escriban los opositores un relato, un cuento, una leyenda, lo que sea, y así se verá si saben su lengua y la manejan correctamente.
Al Sr. D. Marcelo Rivas Mateos
¡Gracias a Dios! Ya hay una autoridad oficial, el director general de primera enseñanza que le declara la guerra al Epítome de Gramática Castellana de la Real Academia de la Lengua. ¡Ya era hora!
Los disparates de ese Epítome son muchos. Entre los más gordos, recordemos ahora el de decir que en castellano, todos los monosílabos son agudos, desconociendo que los hay, como las preposiciones, átonos proclíticos; aquello otro de confundir el condicional -supiera- con el potencial -sabría-, bajo la en castellano bárbara denominación común de pretérito -que no lo es- imperfecto del subjuntivo. Pero lo más grave de ese Epítome es lo grave de casi todos nuestros libros de texto, es lo grave de nuestra enseñanza, es el vicio radical y cardinal y capital de clasificar sin fin ulterior. ¿Qué aprende el niño con aprender que a tales vocablos le llaman sustantivos y a los otros adjetivos, y así a los demás? Fundamentalmente nada más que palabras. ¿Es que por no saber que a “había tenido” lo llaman pluscuamperfecto no ha de aprender a usarlo?
[...] Antes de concluir, un ruego al señor director de primera enseñanza, suprima de una vez de los ejercicios de oposiciones a escuela, ese bárbaro ejercicio, de llamado análisis gramatical. [...] Escriban los opositores un relato, un cuento, una leyenda, lo que sea, y así se verá si saben su lengua y la manejan correctamente.
Hay que acabar con las sílabas de juegos duplo y los pluscuamperfectos, y con las virtudes cardinales, no más que de nombre, y con los antecos y periecos y etc, y recta y curva, mixta y quebrada, y con íberos y celtas y demás puros nombres vacíos, y hay que enseñar. Y si no hay moldes, se hace el queso a mano. Esas clasificaciones ni siquiera facilitan nada.
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