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24 septiembre 2008

Cartas de Leopoldo Alas Clarín y su esposa Onofre

Ateneo de Madrid.

Queridísima Onofrina mía: Llegué bien esta mañana y sigo sin novedad; te puse parte en cuanto almorcé. Armando llegó a casa en cuanto yo llegué y después vino Ruiz de Velasco; ya he visto a una porción de amigos. Acabo de recorrer todo el Ateneo con el secretario. Es magnífico. El salón donde tengo yo que hablar es imponente, parece el del Congreso. La conferencia ya no será este jueves, sino el viernes de la otra semana, porque sanaron dos generales que tenían conferencia antes que yo y tienen que darla este viernes y el martes siguiente. Me alegro porque mientras tanto trabajaré lo de mamá y me prepararé mejor para la conferencia. Todo el camino vine pensando en vosotros, vidinas mías, y me hacía una impresión dulce y triste a la vez pues que dejaba detrás de tantos montes dos seres queridos de veras y uno nuevo y tan queridísimo como el mi Polín. Estoy en la fonda de Las Tres Naciones; me llevan dos duros; pero ni es gran habitación ni almorcé muy bien. Si la cosa no mejora acaso me mude, porque no tiene gracia estar mal y pagar tanto dinero. Supongo que tú te acordarás también mucho de mí. El oírte llorar cuando marché, a pesar de ser por tan pocos días, me dio mucho gusto, vidina mía. Háblale mucho de mí a Polín, para que no se olvide de su papín.

Aquí está lloviendo, pero no hace mucho frío. Supongo que ahí habrá también cambiado el tiempo. Cuidaos mucho, monísima(?) mía.

Escribo a mamá a parte hoy, por si a ti te da vergüenza que ella vea ciertas palabras de ésta.

Es la primera carta que te escribo después de casados. Buena señal, pues significa que estuvimos mucho tiempo sin separarnos. No durará esta separación mucho, pues siento mucho la ausencia y todo me parece aquí triste y soso sin ti y mi Polo y en cuanto pueda echaré a correr. Mil besinos a mi Polín del alma y te besa y te abraza tu marido que te adora.

Polín

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[De Onofre a Clarín]


Oviedo, 4 de Noviembre.
Polín de mi vida: imposible decirte cuánto te echamos de menos, la casa nos parece otra y como si no hubiese nadie en ella. Los niños me hicieron más compañía que de ordinario, pero Elisa la corrió como siempre. No puedes figurarte lo mucho que de ti se acuerdan todos, ayer todo el tiempo pasaron contando a dónde llegarás en aquel momento y lo primero que Adolfín dijo en cuanto despertó fue si estarías ya viendo «a» Madrid. Como anoche nos acostamos más temprano se madrugó más y fueron cada uno a su escuela a tiempo. El día de hoy está muy nublado y bastante más frío que los anteriores. Por Dios te pido que te cuides bien del abrigo y que me digas todos los días que me escribas cómo te sientes. ¿Dónde dejaste el papel y los sobres? No encontré más que el papel que te envío y el sobre de tarjeta, de modo que tendré que comprarlo. Correo no hubo más que periódicos y una revista francesa que ya guardé.

Adiós Polín, hoy te escribirán los niños por la tarde para que mañana tengas dos letras de cada uno. Da memorias a todos y a ti te mando un abrazo como el que te di al marchar.

Onofrina


Esta última carta es propiedad de Javier de La Llave Cadahia, nieto de D.ª Elisa Alas Argüelles.

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