París, 29 de diciembre de 1840.
Esclarecido Señor Schumann:
Desde hace casi un año y medio estoy en París. Me va estupendamente, tanto es así que hasta ahora no me he muerto de hambre. Pronto oirá usted grandes cosas de mí, pues estoy pronto de convertirme en mundialmente famoso... Me he enterado de que usted ha puesto música a “Los dos granaderos” de Heine, y que hacia el final inserta unas notas de “La marsellesa”. El pasado invierno también yo musiqué ese texto, y también introduje en él “La Marsellesa”. ¡Esto debe querer significar algo! Mi “Granaderos” ha sido compuesta sobre un texto francés que me he hecho preparar aquí y que ha complacido por cierto a Heine. Se canta en todas partes y me ha proporcionado la Orden de la Legión de Honor y una pensión anual de 20.000 francos, que voy a cobrar directamente de la caja particular de Louis Philippe. No me envanecen estos honores, y por ello dedico a usted mí obra nuevamente -de modo totalmente “privado”- pese a que ya en su día se la dediqué a Heine. Espero que sabrá reconocer la consideración que ello supone, y que dará a conocer debidamente el hecho. Por mi parte, me declaro desde ahora dispuesto a aceptar la dedicación particular de su composición, y quedo en espera de recibir el ejemplar dedicado. Le ruego tenga a bien reservarme un lugarcito en su corazón, y le reitero etcétera.
Respetuosamente suyo.
Richard Wagner.
Casi al mismo tiempo nacieron las composiciones de Wagner y de Schumann sobre “Los dos granaderos” de Heinrich Heine. En Paris, Wagner se relacionaba con jóvenes artistas y llegó a conocer entre ellos a Heinirich Heine. Bajo la impresión de las ceremonias que conmovieron a toda Francia con motivo del traslado de los restos mortales de Napoleon, Wagner se inspiró en la balada de Heine y le puso música casi al mismo tiempo en que Schumann lo hacía en Leipzig. Sobre este particular, le escribió una carta.
Esclarecido Señor Schumann:
Desde hace casi un año y medio estoy en París. Me va estupendamente, tanto es así que hasta ahora no me he muerto de hambre. Pronto oirá usted grandes cosas de mí, pues estoy pronto de convertirme en mundialmente famoso... Me he enterado de que usted ha puesto música a “Los dos granaderos” de Heine, y que hacia el final inserta unas notas de “La marsellesa”. El pasado invierno también yo musiqué ese texto, y también introduje en él “La Marsellesa”. ¡Esto debe querer significar algo! Mi “Granaderos” ha sido compuesta sobre un texto francés que me he hecho preparar aquí y que ha complacido por cierto a Heine. Se canta en todas partes y me ha proporcionado la Orden de la Legión de Honor y una pensión anual de 20.000 francos, que voy a cobrar directamente de la caja particular de Louis Philippe. No me envanecen estos honores, y por ello dedico a usted mí obra nuevamente -de modo totalmente “privado”- pese a que ya en su día se la dediqué a Heine. Espero que sabrá reconocer la consideración que ello supone, y que dará a conocer debidamente el hecho. Por mi parte, me declaro desde ahora dispuesto a aceptar la dedicación particular de su composición, y quedo en espera de recibir el ejemplar dedicado. Le ruego tenga a bien reservarme un lugarcito en su corazón, y le reitero etcétera.
Respetuosamente suyo.
Richard Wagner.
Casi al mismo tiempo nacieron las composiciones de Wagner y de Schumann sobre “Los dos granaderos” de Heinrich Heine. En Paris, Wagner se relacionaba con jóvenes artistas y llegó a conocer entre ellos a Heinirich Heine. Bajo la impresión de las ceremonias que conmovieron a toda Francia con motivo del traslado de los restos mortales de Napoleon, Wagner se inspiró en la balada de Heine y le puso música casi al mismo tiempo en que Schumann lo hacía en Leipzig. Sobre este particular, le escribió una carta.
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