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05 abril 2009

Cartas de Ramón María del Valle-Inclán




A Fantasio [seudónimo del crítico literario Daniel López Orense. Esta carta debió escribirse en diciembre de 1909 o comienzos de enero de 1910.]



Al Señor Fantasio:

Le doy las gracias, muy Caro Señor: agradecido, a las palabras con que habla de Gerifaltes de Antaño. No quiero discutirle nada de cuanto dice, y tomo por testigo al tiempo. él dirá si la fe artística, y la fe religiosa, y la fe política, pueden ser cosa distinta en las almas, lo bastante felices, para abrazarse en esa triple llama. Yo, mirando dentro de mí, Señor Fantasio, sólo siento un calor y un resplandor. Poder hacer separación es cosa reservada a los grajos parlamentarios, que acierta a enriquecerse en los viles menesteres de la curia, y que adoban los discursos, de baja retórica, para alcanzar la admiración de los periodistas. [...] Para el Señor Moret, para el Señor Canalejas, [...]queda eso otro de ser en la vida secretarios de ayuntamiento, y grandes y elocuentes, y artistas de la palabra, cuando alzan los brazos y pronuncian discursos. ¡Esos discursos, donde por un escaso saber de letras, hallé siempre, menos literatura, que en el brindis de un torero!

Y volviendo al caso que me mueve a escribirle, quiero, Señor Fantasio, poner aquí algunas líneas de su artículo. [...] Estas censuras, de que usted hace luego muy gallarda y discreta disculpa, las tomo yo tan en cuenta, que ahora me place revelar el secreto de esa composición y distribución de capítulos, para muchos arbitraria. Gerifaltes de Antaño, tiene aquella composición que el Divino Leonardo llamaba de Pirámide. ¡La más loada en el Códice Oceanicus!

Le diré, Señor Fantasio, que, desde hace bastantes años, antes de escribir un libro trazo un plano que pudiera decirse gráfico. Busco el equilibrio de las partes, como hacían los viejos pintores. Vea usted el plano y las notas escritas antes de comenzar la novela [dibujo de una pirámide con los números de los capítulos a los lados]

Los capítulos 1.º y 2.º donde aparece mi remoto amigo Don Manuel Santa Cruz, se corresponden paralelamente, con los capítulos 33 y 34, también consagrados a la figura del famoso cabecilla -Los capítulos 3.º y 4.º destinados a reflejar tipos y ambiente del Ejército Republicano, también paralelamente, se corresponden con los capítulos 31 y 32- destinados al mismo objeto. -Los capítulos 5.º, 6.º, 7.º, 8.º, 9.º y 10º llenos con la acción que proyecta Santa Cruz, deben tener igual paralelismo con los capítulos 25, 26, 27, 28, 29 y 30 -Los demás capítulos centrales los llenara el grupo de la Marquesa de Redín, de sus nietos, Eulalia y Agila, del Duque de Ordax, y otros personajes que en libros sucesivos están llamados a tejer la fábula amorosa, dando el ambiente social de aquellos días de la República y Restauración Alfonsina. [...]

Ahora falta una explicación, Señor Fantasio. Compuesto el libro ajustándome a esta pauta, al imprimirlo borré un número e hice un solo capítulo del XIX y del XXX, por cuya razón sólo tiene treinta y tres. Las causas que a ello me movieron, Señor Fantasio, son de un orden que a mucha gente habrá de parecerle pueril. Del capítulo XXIX, después de llenar tres páginas, sólo quedaba una línea para la cuarta página, y todo lo demás, venía a ser en ella una fea falda blanca. Ya sabe usted, como es regla de arte que vuelvan cuando menos cinco líneas, y por este respeto a los manes del ingenioso menestral de Maguncia, hice la refundición que antes anoto.

Es posible que esta composición de equilibrio piramidal, que tanto amaron y practicaron los pintores de otro tiempo, no sea frecuente en una novela, ni siquiera razonable. Achaque es éste que no discuto. Pero conste que los capítulos de mi novela, están trazados con relación a un Orden. Que no lo hayan alcanzado quienes lo critican, no es culpa mía. [...]. Muy afectuosamente le saluda y le besa las manos.

Valle-Inclán

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A Jesús Muruais [catedrático de latín y periodista. Valle Inclán frecuentó su casa y biblioteca en el invierno de 1894, tras su primer viaje a México]



Madrid Abril 23-1902

Mi querido Muruais: No sabe usted la satisfacción que me ha producido su carta. Primero por saber de usted; y después por saber que le habían gustado Las memorias del Marqués de Bradomín. Ahora preparo La Sonata de estío también memorias del Marqués de Bradomín ¿puesto que la dedicatoria de Epitalamio -por respeto a las canas del Sr. de Alcázar- le ha satisfecho poco, y casi le ha hecho un caso de conciencia; quiero dedicarle la Sonata de Estío, que pasará en Tierra Caliente. La Sonata de Otoño se va vendiendo poco a poco. En un mes se han vendido en Madrid cuatrocientos ejemplares. Cuanto más extraño, puesto que el primer día que se puso a la venta, ningún librero quiso un solo ejemplar al contado. Yo me indigné y me negué a dejarlos en comisión. Así estuvimos algunos días, hasta que el público que había leído algunos fragmentos en los periódicos, empezó a buscar el libro por las librerías, y los ladrones de los libreros a pedírmelo. Yo me sostuve en no dar comisiones, siempre aconsejado por Don Benito Pérez Galdós; y si antes los daba al contado con el descuento del cincuenta por cien, después me planté en el veinticinco. (Consejo también del gran Don Benito). Una cosa que quizá le sorprenda. La Sonata de Otoño está escrita en un mes y veintisiete días. Sabe que es siempre su amigo que le quiere.

Valle-Inclán

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A Torcuato Ulloa [periodista y escritor y uno de los mejores amigos de Valle]



Sr. Dn. Torcuato Ulloa

Mi querido amigo: Un nuevo favor voy a pedirle. Por un enredoso y femenil negocio, muy largo de contar, me conviene aparecer ausente de Madrid. ¿Podría Vd. publicar en un periódico de Galicia -cualquiera que él sea- esta noticia u otra semejante - “Hállase en las aguas de Incio nuestro amigo (aquí el nombre y el adjetivo) con objeto de reponer su quebrantada salud. Dentro de breves días tendremos el gusto de abrazarle”. “A principios de Otoño, si su salud se lo permite, publicará una novela titulada Candor que tiene ya casi terminada” etcétera- siga Vd. fantaseando. Si puede hacerlo, hágalo. Y ahora, a charlar un poco de literateos. Con efecto estoy terminando Candor. Y -a que andarse con falsas modestias- no estoy disgustado de mi obra. Hace un mes que no salgo de casa. Trabajando sin descanso, enfebrecido como no lo estuve jamás. ¡Es el calor, y el sol, padre de la vida! Candor es lo mejor que hasta hoy hice. ¿Sabe usted como lapidaba antes? Pues he añadido unas facetas más. Ya no tolero oraciones construidas de igual modo; ni preposiciones iguales en oraciones próximas. Además creo que hay un poquillo de novedad, no en el asunto sino en la manera de tratarlo. Figúrese que son unos cuantos tipos que no se conocen a sí mismos [...]Por manera que en el mal son candorosos, y en la virtud no son conscientes. Un poco de ironía, nada de sermón y mucha voluptuosidad. Seres simpáticos y sin sentido moral. Ése es Candor.

¿Y Vd. qué hace? Le mando esa lista de títulos de unas historias bizantinas y prerafaélicas para que se la enseñe a Muruais y juntos elijan, el que más les guste. Salude en mi nombre a Isolina y demás familia. Muchos recuerdos a Muruais y Vd. reciba un abrazo de su amigo.

Valle-Inclán


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Al Ministro de Instrucción Pública [Fernando de los Ríos (1879-1949), político y escritor, fue ministro de Gracia y Justicia y de Instrucción Pública durante la República]


Exmo Sr.

El que subscribe, Conservador General del Patrimonio Artístico, y, singularmente Director del Museo de Aranjuez por Decreto de ese Ministerio, inserto en la Gaceta de 29 de enero, a V. E. atentamente expone: El llamado Museo de Aranjuez, es un lamentable hacinamiento de muebles y cuadros de muy diversa valoración artística: los hay buenos, estimables, y del más sórdido adocenamiento. Algunos cuadros muy señalados han ido a decorar otros palacios, tal acontece con el Carro de Eros y las Tentaciones de San Antonio de Jerónimo Bosch. No es menos lamentable el traslado al Palacio de Madrid de la lámpara que decoraba el Salón de Porcelanas. Pieza única y de imposible sustitución en aquel y singular artístico conjunto, muestra más significada de lo que fue la cerámica nacional. [...]

La organización como Museo del que fue Real Sitio de Aranjuez es de capital importancia por decoro de la República. Que ese ministerio lo ha reconocido así lo confirma el nombramiento del que subscribe, a quien las responsabilidades del cargo le obligan a poner en conocimiento de V. E., hechos y circunstancias cuyo detalle estima que interesan a V. E. El que fue Palacio Real de Aranjuez no tiene ni el más rudimentario servicio de incendios. El que subscribe adoctrinado por lo ocurrido en el Palacio de la Granja y por un conato de incendio iniciado no hace mucho en la Casa del Labrador, y, finalmente por las ruinas que aún humean de la Universidad de Valencia, expone el hecho a la alta consideración de V. E. -La responsabilidad del que suscribe al silenciarlo, sería tanto mayor cuanto que las obras para dotar al Museo de un oportuno servicio de incendios son de fácil ejecución y moderado coste. [...]. En caso de merecer la confianza de V. E., espera respetuosamente el que suscribe, que V. E. ratifique sus órdenes y las haga cumplir. En el caso contrario [...] tiene el honor de ofrecer a V. E. su dimisión. Madrid 10 de junio de 1932.

Valle-Inclán






Valle-Inclán (Villanueva de Arosa, 1866 — Santiago de Compostela, 1936) fue un novelista, poeta y autor dramático, además de cuentista, ensayista y periodista. Destacó en todos los géneros que cultivó y fue un modernista de primera hora que satirizó amargamente la sociedad española de su época. Viajó a Madrid, donde entabló amistad con Azorín, Baroja y Benavente y se aficionó a las tertulias de café, que no abandonó ya a lo largo de su vida. Decidió dedicarse exclusivamente a la literatura, a pesar de que esta decisión lo obligó a una vida bohemia y de penurias. Una pelea con el escritor Manuel Bueno le ocasionó la amputación de su brazo izquierdo. Cuando, en 1931, se proclamó la segunda república, el escritor la apoyó, y al año siguiente fue nombrado Conservador General del Patrimonio Artístico por Manuel Azaña, cargo del que dimitió en 1932 para dirigir el Ateneo de Madrid. En 1933, fue nombrado Director de la Academia Española de Bellas Artes en Roma, ciudad en la que vivió un año. Enfermo, regresó a España y fue ingresado en una clínica en Santiago de Compostela, donde murió después de manifestar su hostilidad hacia un gobierno de derechas.

Fuente: El Cultural

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