Bolonia, 28 de Septiembre de 1793.
Excmo. Sr.
Mui Sr. mío y de mi mayor respeto: quando pedí permiso á V. E. para salir de España le expuse los fines que en este viage me proponía : V. E. se dignó aprobarlos y habiéndome continuado las pruebas de su bondad, falta por mi parte que yo le manifieste las de mi aplicación, exponiéndole brevemente lo que he hecho en este tiempo, procurando desempeñar el cargo que me ponen las rectas intenciones dé V. E . y mi propio honor. Al llegar á Francia, las circunstancias eran tan fatales, que quando me proponía residir en París lo menos un año, apenas pude sufrir la permanencia de un mes. Padecí mucho en este tiempo ; pero, si he de decir la verdad, después del peligro y el horror de aquellos espectáculos, me alegré de haberlos visto por mis ojos: la lección fué breve y terrible; pero tan útil, tan docta, que aprehendí más verdades en los pocos días que viví en París, que quantas se encierran en las obras más celebradas de los Políticos.
Pasé á Inglaterra huyendo de aquel Reyno infeliz y puedo asegurar á V. E . que el tiempo he permanecido en Londres ha sido el más aprovechado de mi viage y el más laborioso de mi vida. Compuse allí algunas obras originales, que podrán publicarse á mi vuelta : corregí otras que llevé de España, y aunque aún no hablo el Inglés, aprehendí lo suficiente para entenderle en los libros y no creo necesario ponderar á V. E . el dinero, el trabajo y el tiempo que me costó adquirir una lengua, que no tiene con la nuestra la más remota semejanza . Destiné todas las mañanas á la asistencia del Museo Británico (que es la mejor biblioteca de Londres), las noches á mi cuarto y procuré adquirir aquellos conocimientos que son más análogos á mis principios y á mi talento.
He traducido varias obras inglesas, unas de Poesía y otras pertenecientes á Historia Literaria ; he estudiado las costumbres de aquella nación, sus leyes, su cultura, sus artes, sus preocupaciones, sus virtudes, sus vicios y he hecho apuntaciones sobre todos aquellos obgetos que me parecieron los más dignos de ser examinados por un observador imparcial . He visto sus establecimientos literarios, sus Museos, sus Bibliotecas, Academias y Sociedades científicas ; he examinado el estado actual de su literatura y su Theatro ; pero no quisiera hablar á V. E de este último punto temeroso de molestarle ó de que presuma que le recuerdo indirectamente una solicitud, de la qual su silencio me haze que desista.
Llegó el verano: le pasé con mucho trabajo (porque para mí el calor es una enfermedad mortal), y obtenido el permiso de V. E. emprehendí mi segundo viage para continuar mi instrucción y hazerme digno de la benignidad con que me favorece. Después de haber cruzado el mar, donde creí perecer, me dirigí por Flandes, Alemania y Suiza, á Italia, hasta esta ciudad de Bolonia . Me he detenido en donde quiera que he hallado obgetos capaces de proporcionarme nuevos conocimientos en materias de literatura, y así es que mi viaje ha sido mas costoso que largo de lo que al principio me prometí. He examinado, con particular atención, las Universidades y Colegios, los Museos, Gabinetes, Galeras y Bibliotecas más célebres, y entre estas últimas las de Bruselas y Colonia, la de la Universidad de Milán, la que llaman Ambrosiana en dicha ciudad, la escogida y magnífica del Duque de Parma, donde he hallado mucho que aprender en este ramo, y también las que hay en Modena y en esta ciudad, tan famosa en Europa por el estudio de las letras. Permitame V. E . que le diga con franqueza (aunque reservadamente) que he procurado instruirme con particularidad en este ramo, creyendo que podría llegar mui pronto la ocasion en que V. E. tubiera oportunidad de colocarme (si lo cree combeniente) en alguno de los establecimientos de esta clase que hay en Madrid. Bayer está viejo y Dn Miguel de Manuel es en mi opinion un sugeto de un merito tan distinguido que no es creíble que permanezca largo tiempo arrinconado entre los libros de Sn Isidro: qualquiera de estas dos plazas (y en particular la primera) seria combeniente para mí y aunque estoy mui lexos de querer igualar mi suficiencia con la de los que hoy las ocupan: mi zelo y mi aplicación, podrían acaso suplir para el desempeño de ellas .
No he querido, Exmo. Sr. hacer en esta carta una relación de meritos; sino una relacion sucinta de mis tareas: de las quales me ha parecido necesario darle noticia en prueba del desempeño de mi obligación. Mi deseo es poder ser útil y por medio del patrocinio de V. E. lograr en mi patria un destino decoroso donde al mismo tiempo que descanse de tan largas y molestas peregrinaciones, pueda con combeniencias de una moderada fortuna, cuidar de mi salud, aplicarme exclusivamente al estudio, vivir en paz y hazer algun bien á mis semejantes . Dentro de pocos dias llegaré á Roma, y oxalá los cuidados de V. E. fuesen menores para que pudiera lisonjearme de recibir alguna letra suya, por donde pudiera saber si aprueba mis ideas y si debo contar todavía con el favor de V. E. para su cumplimiento.
Entretanto, ruego á Dios conceda á V. E . larga vida, salud y acierto en todo, para que la nacion agradecida á sus beneficios le ame y le venere con un amor comparable al que yo le profeso.
Excmo. Sr:
B. L. M. de V. E .,
Leandro Fernández de Moratín.
B. L. M. de V. E .,
Leandro Fernández de Moratín.
Excmo. Sr. Duque de la Alcudia.
Leandro Fernández de Moratín (1760-1828), fue un poeta y dramaturgo español. Se crió en un ambiente donde eran frecuentes las discusiones literarias, pues su padre Nicolás fue un hombre dedicado a las letras. Fue protegido más tarde por D. Manuel Godoy (noble y político español), entonces ya Duque de la Alcudia. En esta carta comienza manifestándo a Godoy su gratitud, y aunque ya pasó un año desde que presenció en París los primeros horrores de la revolución, todavía aquella impresión se reflejaba en su espíritu. Después le cuenta su estancia en Inglaterra, su viaje por mar donde creyó morir, y su excursión por Flandes, Alemania, Suiza, hasta llegar a Bolonia, desde donde le escribió esta carta.
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