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09 julio 2010

Cartas de Camille Pisarro a su hijo Lucien (fragmentos)

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13 de mayo de 1891, en París:

Mi querido Lucien: Estaba seguro de que mis pruebas te gustarían. Las hice con gran placer. Hacía mucho tiempo que tenía el deseo de hacer algo en el sentido del carácter. Tanto había reflexionado durante mis horas de inacción que el trabajo de volcarlo se me hizo en un suspiro. Si yo hubiera tenido buenas planchas, habría obtenido, quizá, mejor resultado.

Me entero con alegría de que has empezado un cuadro en el atelier. Herrando se hace el herrero. Es muy cierto que el trabajo de taller es idéntico en dificultades que el del natural, sólo que es absolutamente distinto desde el punto de vista del oficio, método y resultado. En el taller no hay que buscar más que lo posible, como en la naturaleza sólo hay que buscar sensaciones directas e instantáneas. Acuérdate de que la acuarela es un buen medio para ayudar a la memoria, sobre todo en los afectos fugitivos –la acuarela da tan bien lo impalpable, la potencia, la delicadeza. Y el dibujo es indispensable. Divide sin preocuparte el secado del color, por el contrario, estoy seguro de que el tono no se ensucia si no se aprieta el pincel y se trabaja con la punta.

No sabría decirte si Miss Cassatt y Mme. Berthe Morisot aceptarían formar parte de la Panel Society, pero es fácil asegurarse; me encargaré y haré lo posible para comprometerlas. Me parece que será excelente. Los estatutos de la Panel Society me parecen muy bien, eso dará frutos; ya veo en Londres los jóvenes no son tan Barnum como aquí.

Nos debatimos contra hombres de genio terriblemente ambicioso; que quieren aplastar todo lo que se pone a su paso. Es descorazonante. Si supieras con qué bajeza ha actuado Gauguin para llegar a hacerse elegir (es la palabra) hombre de genio. ¡Y cuán hábilmente! No se podía hacer más que facilitarle esta ascensión. ¡Cualquier otro hubiera retrocedido por pudor! Yo mismo, conociendo su difícil posición, no he podido menos que escribir a Mirbeau en su favor*. Era tan desgraciado. Mirbeau, solicitado por los simbolistas, hizo un artículo sobrepasando su objetivo, a mi parecer, que tuvo gran repercusión. He sabido por Zandomeneghe que Gauguin había escrito a Degas, pues no se atrevía a ir a verlo, para pedirle su apoyo. Degas, que en el fondo es muy bueno y muy sensible a la desdicha ajena, se puso a disposición de Gauguin; le ha comprado una tela en la venta. De Bellio, que era refractario a Gauguin, me ha confesado que había cambiado su arte, que le encontraba un gran talento, ¡pero no en la escultura! ¿Por qué? ¿No es acaso el mismo fondo de reacción? Es un signo de la época, querido. La burguesía inquieta, sorprendida por el inmenso clamor de las masas desheredadas, por la inmensa reinvidicación del pueblo, siente la necesidad de arrastrar a los pueblos a creencias supersticiosas. De ahí ese revoltijo de simbolistas religiosos, socialismo religioso, arte ideísta, ocultismo, budismo, etc., etc. Ese Gauguin ha olfateado el movimiento. Hace mucho que veo venir a ese enemigo encarnizado del pobre, del trabajador -¡así es preciso que ese movimiento no sea más que un estertor, el último! Los impresionistas están en la verdad, el arte sano basado en las sensaciones, y es honesto.

Otro genio: Anquetin. Ha querido dar una patada a la Sociedad de los Independientes. Ha provocado una reunión plenaria a los efectos de proponer cambios en los estatutos y reglamentos. Eso lo ha puesto por el suelo. Desde ya se han tomado medidas de precaución contra toda insistencia de ese tipo. Y ahí tienes a toda esa gente ocupándose más de intrigas que de arte. En eso estamos… con tal de que no ocurra lo mismo en Londres. Hay que huir de ese ambiente.

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Aquí le habla de la burguesía.


Osny, 28 de diciembre 1883

Querido Lucien,


[...] Hay tiempo para las diversiones, no obstante, tienes razón, la educación es necesaria. Véase, pues, lo estúpido de la burguesía, la burguesía se ha convertido en real, paso a paso van más y más. En una palabra, que están perdiendo la noción de la belleza, están equivocados acerca de todo. Cuando hay algo para admirar, ellos lo desaprueban [...] Están cayendo, como rocas, rodando sin cesar, y nosotros debemos retroceder para evitar ser aplastados.

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Respecto a la política en general


París, julio de 1883

Querido Lucien,

[...] Por desgracia, el futuro político no es color de rosa, como puedes ver por ti mismo. Desde Inglaterra, tú ves la totalidad de los hechos desde una perspectiva mejor. Está claro que no es a los socialistas que están dominando los acontecimientos, pero los orleanistas y bonapartistas con sus usuales intrigas, y, por tanto, los capitalistas. [...] Creo que esta evolución será favorable para los republicanos, eso esperamos, en cualquier caso. Mientras tanto los artistas tendrán que soportar estas circunstancias.

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De la comercialización del arte


Rouén, 22 de octubre 1883

Querido Lucien,

[...] Las ideas se derivan de la impotencia, para un artista sólo debe tener su ideal en la Mente. Él vive mal, sí, pero en su miseria, una esperanza lo sostiene, la esperanza de encontrar a alguien que pueda entender, en tres de cuatro casos que se encuentre de alta hombre. Sé perfectamente que tramposos, embaucadores, acumulan fortunas, pero éstas pasan por las nubes, o ellos saben que son inferiores, y se sienten degradados. Por supuesto esto es una cuestión de temperamento. De todos modos, M. me contó antes de irse que trataría la división de los colores, los tonos suaves, etc, pero que añadiría "bellos" motivos. Todos hemos oído eso antes, me hace pensar de V., que son todos iguales, que ponen una vela a Dios y otra al diablo.








Jacob Abraham Camille Pissarro (1830- 1903), fue un pintor francés considerado como uno de los fundadores del movimiento impresionista. Como decano del impresionismo tuvo un importante papel de conciencia moral y guía artístico. Pintó la vida rural francesa y escenas del barrio de Montmartre con el encanto de una sencillez natural. Entre sus discípulos se cuentan Cézanne, Gauguin, Jean Peské y Henri-Martin Lamotte. Estas cartas pertenecen al libro "Cartas a Lucien: Camille Pissarro". (recopilación, prólogo y notas de John Rewald.) Editorial Muchnik. Barcelona, 1979.

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