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19 agosto 2010

Carta de Sylvia Plath a su madre





Carta enviada por Mezli Cabrera. Gracias por tu aportación.



29 de noviembre, 1956

Queridísima madre:

Me conmovió mucho lo que me cuentas de S... De pronto, me pareció revivir su situación, en la que debe sentir, como me ocurría a mí hace sólo poco más de tres años, que no tiene salida posible en los estudios. Me gustaría que pudieras dedicarle un poco de atención: que le invites a pasar un fin de semana solo contigo y le hagas hablar y sacar fuera las obsesiones enfermizas o los terrores que pueda tener, haciéndole llorar incluso.

Si lo crees prudente, cítale mi ejemplo. Seguro que piensas que, a pesar de haber estado en un hospital psiquiátrico, nunca tuve ningún problema con mis notas. Bien, cuéntale que durante seis meses me fue literalmente imposible leer y que no me sentía capacitada para matricularme en ninguno de los cursos de Smith, ni siquiera dentro del programa habitual...Cuéntale que cuando volví a la universidad estuve medio año sin beca. Sé demasiado bien lo que es que nada de cuanto te digan te sirva de ayuda. Casi me habría sentido mejor si la gente no hubiese intentado mostrarse optimista cuando yo creía sinceramente no tener ya ninguna esperanza de poder volver a estudiar ni pensar. Estoy segura que él no debe estar tan mal. Averigua qué notas ha sacado. ¿Creés que podría suspender? Si no es así, explícale que (incluso en nuestra sociedad americana tan competitiva) las buenas notas permiten conseguir becas, pero que en la vida a la gente se la juzga por cosas distintas. Si procura estudiar con gusto (supongo que le agradan algunos de los cursos que está haciendo), se sentirá enriquecido toda su vida. Intenta ofrecerle una perspectiva de futuro...salid a pasear al aire libre, quizá, y hazle ver que los árboles no cambian, a pesar de toda la gente desgraciada que ha paseado a su sombra, que las estrellas permanecen y que, como me escribiste una vez, no debe dejar que el temor a no sacar buenas notas le ciegue, impidiéndole ver lo único que de verdad nos exige la vida: que nos mantengamos receptivos a cuanto es hermoso en medio de todo lo que no lo es. Convéncele de que no debe ser demasiado duro consigo mismo, hazle ver que la gente le querrá y le respetará sin preguntarle nunca por sus notas.

Recuerdo que me horrorizaba pensar que si no triunfaba como escritora, nadie me encontraría interesante ni capaz.

(...)

Dile que lo único que quiero es comunicarle mi propia experiencia...que yo pensaba... que mi caso era totalmente desesperado. Invítale a salir solo contigo y háblale con franqueza. Es mejor que se deshaga en llanto, si necesita hacerlo.

Creo que los psiquiatras a menudo están demasiado atareados para prestar la debida atención a estas cosas; pocas veces tienen tiempo de profundizar y hablan sin parar de las relaciones con el padre y la madre, cuando con un poco de sentido común, unas firmes recomendaciones sobre los pequeños detalles de la vida cotidiana y algo de simple intuición sobre la naturaleza humana, se puede conseguir mucho.

...Cuando muera, nadie inscribirá sus notas sobre su tumba. Si se ha enamorado de un libro, ha sido amable con alguien, ha gozado con el color del mar..., cosas como ésas demostrarán que ha estado vivo.

Quizá se sienta algo hipócrita, como me ocurría a mí, y piense que no es digno del dinero y la fe que sus padres han puesto sobre él.

...Hazle ver cuántas oportunidades le quedan todavía...Ayúdale...a hacer planes para el verano...desearía que le dedicaras el máximo tiempo y energía que te sea posible durante este período. Hazte cargo de él, te lo pido (como los Cantor hicieron conmigo)...Demuéstrale que le quieres y no le exijas nada, excepto el mínimo que pueda ofrecer.








Sylvia Plath (1932–1963) fue una poetisa y novelista estadounidense, siendo reconocida como una de las principales cultivadoras del género de la poesía confesional. En 1963, enferma y con poco dinero, se suicidó asfixiándose con gas. Las cartas que dirigió a su madre cubren los años más importantes de su vida. Tras los primeros momentos de euforia juvenil, Sylvia fue madurando, y cuenta su convivencia con Ted Hughes, su experiencia de la maternidad y de los momentos de angustia previos a su último gesto desesperado. El cuerpo se esfuma, pero queda la palabra. Una mujer que desfiló por la vida y el arte con pie de equilibrista, sabiendo a ciencia cierta que no había red capaz de protegerla. Cartas pertenecientes al libro "Cartas a mi madre", Sylvia Plath. Barcelona. Mondadori. 1989. Traducción de Montserrat Abelló y Mireia Bofill.

3 comentarios:

Taliia dijo...

Hola!
He elegido esta carta, como podria haber elegido otra cualquiera, pues todas tienen algo de genial.

Solo queria que supieras que me entanta tu blog! XD

Saludos

Olga dijo...

Gracias por tus palabras, Natalia. Bienvenida al mundo epistolar. Un saludo!

Taliia dijo...

Hola olga! De nada... he pasado a menudo por tu blog, me encanta la historia y hay bastantes cartas que son realmente historicas, como la de Ana Bolena y tantas otras...
Pues no tenia ni idea de las cartas de Edith, ni las he leido... xd

Un Saludo!